¿Cuál es el tamaño adecuado de tu televisión? (Parte 2)

En el artículo anterior hemos estado analizando varios parámetros que explican la fatiga visual que puede producir una televisión, y muchos de ellos tienen relación directa con el tamaño de la pantalla y su proximidad al espectador.

Pero no hemos conseguido obtener cifras orientativas que nos ayuden a elegir el tamaño adecuado del televisor para una distancia de visualización determinada. Nos quedan tres factores más, a ver si tenemos suerte.

El estado del ojo

Nos podemos cansar porque notamos sequedad ocular mientras vemos la televisión. Pueden ser un ojo seco que de por sí ya dé síntomas, o que sean pequeños condicionantes que unidos causan que en ocasiones notemos esas molestias. Concentrar la vista es uno de esos condicionantes: cuando nos fijamos con atención en algo, parpadeamos menos. Y necesitamos parpadear con frecuencia para extender la película lagrimal en la superficie del ojo.

Hay otras causas que pueden desencadenar fatiga, como una graduación mal corregida.

Eso lo sabe mucha gente con pocas dioptrías que no utilizan las gafas continuamente pero se la ponen para tareas concretas: leer, conducir, ver la televisión.

Y podríamos enumerar más factores del propio ojo que conducirían a producir fatiga. Pero lógicamente son totalmente individuales, dependientes de cada persona. Podemos aconsejar que si a uno se le cansa la vista con frecuencia al ver la televisión, acuda a revisarse la vista.

Pixelización de la imagen

Sobre este tema saben más los ingenieros que los médicos, así que hablaré poco de ello para no meter mucho la pata. Tener una televisión grande y con buena resolución está muy bien, porque tenemos a nuestra disposición imágenes grandes y nítidas …. siempre y cuando la señal de imagen que llega al televisor se corresponda con la resolución máxima que tiene éste.

Así que si estamos viendo un Blu-Ray con Full-HD, pues muy bien, pero si vemos la TDT el televisor de alta definición tendrá que hacer un apaño para mostrarnos la imagen. Es similar a cuando hacemos zoom en una fotografía en el ordenador: finalmente aparecen los pixeles grandes, y la imagen queda bastante fea.

Sigue siendo un juego de distancias y tamaños: cuanto más lejos nos pongamos para un tamaño dado de televisión, veremos menos los pixeles. Cuando la proporción tamaño/distancia sea alta, veremos los pixeles. Así, depende de para qué utilicemos principalmente el televisor (señales de baja calidad o películas en alta definición) y de cómo se perciba subjetivamente la pixelización, tomaremos una decisión u otra.

Nuevamente, pocas pautas podemos dar, porque no hay estudios científicos que indiquen que ver imágenes pixelizadas produzcan fatiga visual. Simplemente, queda feo, así que eso depende de nuestras preferencias.

El movimiento de los ojos

Hasta ahora hemos podido dar una serie de consejos y guías muy aproximadas de qué hacer para evitar o solucionar que no estemos cómodos viendo la televisión. Pero seguimos sin dar una respuesta concreta a la pregunta del artículo. Basándonos en algún criterio mínimamente científico, ¿podemos dar unas cifras aproximadas del tamaño adecuado?.

No tiremos todavía la toalla, todavía nos queda un as escondido: los movimientos que debe realizar el ojo para “barrer” continuamente la imagen del televisor. ¿Cómo es eso: vamos moviendo los ojos mientras miramos la pantalla? Pues así es, continuamente. Aunque el campo visual de un ojo es bastante grande, sólo tenemos nitidez de imagen en una pequeña zona central. Cuando miramos una imagen, no la capturamos “de una vez” como hace una cámara de fotos o de vídeo. Vamos desplazando los ojos rápidamente en las diferentes zonas de interés, y luego nuestro cerebro lo reconstruye. Apenas somos conscientes de que a la vez sólo vemos con nitidez una zona muy pequeña.

De esta manera, no fijamos nuestra vista en el centro de la pantalla para que nuestro campo visual periférico recoja el resto de la imagen. Tenemos que ir moviendo los ojos para abarcar toda la imagen. Por lo tanto, cuanto más grande y/o más cerca esté el televisor, más amplios tendremos que hacer estos movimientos oculares. Pasado un límite, los movimientos son tan amplios que nos ayudamos de la cabeza. Y ése es el límite que nos podemos poner, porque ciertamente no es cómodo estar viendo la televisión y estar cada dos por tres girando la cabeza de un lado al otro. Imaginémonos estar en las gradas viendo un partido de tenis. Para un rato, vale, pero no queremos tanto movimiento de cuello en el salón de casa, ¿no?.

Ya es hora de que nos pongamos a hacer unos números. Los movimientos oculares son rotatorios: los ojos no se desplazan de donde están, rotan en los tres ejes del espacio (sí, en los tres, no sólo arriba-abajo e izquierda-derecha; también giran a favor y en contra de las agujas del reloj; pero ese no es el tema del artículo).

Así, los movimientos del ojo los medimos en ángulos. Con un poco de trigonometría podemos averiguar, para un ángulo determinado y una distancia hasta la pantalla dada, qué longitud recorre el eje visual. Si el ojo se sitúa totalmente centrado en la pantalla y el movimiento se recorre desde el centro hacia un lado, la fórmula sería: D*sen(a), siendoD la distancia entre el ojo y la pantalla, y a el ángulo en radianes. Pero si a es el ángulo total que es capaz de recorrer el ojo en un plano desde un extremo al otro, y la posición frontal (en la que el eje visual es perpendicular a la pantalla) se encuentra en la bisectriz de este ángulo, entonces la fórmula sería: 2*D*sen(a/2).

Pues ya sólo necesitamos documentarnos un poco. Cogemos el libro de estrabología que seguro que todos tenemos a mano (ejem, es un decir), y buscamos los datos que nos interesan. Los movimientos oculares se miden desde el punto medio, cuando el eje visual está de frente. Desde aquí el movimiento máximo hacia cada uno de los cuatro puntos cardinales (arriba, abajo, izquierda y derecha) está en torno a los 40º.

Por lo tanto, desde la izquierda a la derecha tendremos 80º. Entonces, con una televisión que abarquemos dentro de nuestros 80º de rango de movimiento, podremos fijar nuestro eje visual en cualquier punto de la pantalla sin necesidad de mover la cabeza.

Ese sería nuestro límite a la hora de comprar una televisión, no deberemos comprarla más grande que eso.

¿Será una cifra correcta?. No seríamos unos buenos científicos si luego no experimentáramos para comprobar si nuestra hipótesis teórica es cierta. Hagamos una comprobación rápida. Para una televisión colocada a 3 metros de distancia, la fórmula expuesta antes nos daría un tamaño de 385,67 centímetros. Teniendo en cuenta que la distancia mayor en línea recta que podemos encontrar para un rectángulo es su diagonal, y precisamente el tamaño de los televisores utilizan esta diagonal, sólo tenemos que convertir centímetros en pulgadas para saber de cuántas pulgadas tenemos que poner nuestra televisión a 3 metros de distancia. Haciendo el cálculo, nos sale una televisión de más de 150 pulgadas. Mucho, ¿no?. Fijémonos en lo que estamos diciendo: a tres metros de nuestros ojos ponemos una pantalla de 3,86 metros de diagonal. Si hacemos la prueba de intentar recorrer de extremo a extremo un objeto de esas dimensiones, seguro que moveremos la cabeza.

Algo ha fallado en nuestros cálculos. No pasa nada: el buen científico no es el que no se equivoca, sino el que aprende de sus fallos. Teníamos prisa por hacer los cálculos y no hemos leído todo el párrafo del libro: en cuanto hemos visto esa cifra de 40º nos hemos puesto a meter números en la hoja de cálculo. No hay problema, leemos un poco más y efectivamente, descubrimos que aunque esos son los movimientos máximos, el sistema muscular se encuentra muy forzado en las posiciones extremas de mirada, y mucho antes se desencadena un movimiento de ayuda del cuello y la cabeza. Nos dan otro límite: los ojos se mueven con comodidad hasta 20º en cada dirección de la mirada. Son 20º a la izquierda y 20º a la derecha, tenemos 40º. Volvemos a la hoja de cálculo y nos ponemos a ello: 80 pulgadas de televisor, 2,06 metros de diagonal. Todavía parece una distancia grande.

Efectivamente, hacemos la prueba y mirar un objeto de 2 metros de lado a lado, a 3 metros de distancia, todavía es incómodo de hacerlo sin mover la cabeza. Si lo recorremos lentamente con la mirada podemos hacerlo, pero si saltamos de un extremo a otro con la mirada, tenemos que concentrarnos para no mover la cabeza.

Algo no funciona, pero no desesperamos. Le escribimos un mail a ese estudiante de Medicina que escribe un blog y que parece tan majo. Y nos contesta no se qué de los movimientos sacádicos. Volvamos a nuestro libro de estrabología, y el índice analítico nos lleva a otro capítulo. Esta vez nos leemos bien el párrafo. Resulta que cuando realizamos ese “muestreo” para recorrer la imagen, utilizamos una cosa que se llaman movimientos sacádicos, que son movimientos muy rápidos del ojo, que saltan de un punto a otro. Así, si vemos un detalle en una esquina de la pantalla y luego queremos ver otro detalle en la esquina opuesta, esta diagonal la recorreremos con un solo movimiento sacádico. Bien, esto es lo que necesitamos. Y el libro nos informa que, si bien el movimiento sacádico puede tener valores de 70-80º, a partir de los 20º se acompaña de movimiento de cabeza. Por lo tanto, ese sería el ángulo que buscamos: 20º en total desde el comienzo al fin del movimiento (no 20º a la izquierda y otros 20º a la derecha, como decíamos antes).

Antes de aplicarlo, nos damos cuenta que “20º” es una cifra bastante redonda, posiblemente los estudios en los que se basan dan cifras en torno a los 20º, pero lo mismo son 19º que 21º. Y aunque se basan en el funcionamiento del ojo humano, en principio similar a todos nosotros, también debe haber un margen a la variabilidad individual. Por otra parte, tampoco nos interesan que los movimientos amplios de parte a parte de la pantalla se encuentren tan cerca del límite este de los 20º que estén a punto de desencadenar un movimiento de cabeza. Parece que nuestro cuello va a saltar, pero sin decidirse al final. Tiene sentido dejar unos pocos grados de margen. Nos quedamos con, digamos, unos 18 grados.

Comprobamos los datos, y para 3 metros se corresponde una diagonal de 93,86 centímetros, casi 37 pulgadas. Si lo comprobamos, sí que podemos mover los ojos con comodidad, sin necesidad de girar la cabeza. Por fin tenemos los datos que queríamos, con un ángulo objetivo de 18º. Podéis hacer vosotros mismos una hoja de cálculo y jugar un poco con las cifras, poniendo la distancia de vuestro salón. Para los prudentes podéis buscar cifras de 16-17º, pero no os aconsejo bajar de 15º porque como decía más arriba, una televisión muy pequeña o alejada también puede cansar si no vemos bien los detalles. Por otra parte, si queréis realmente compraros una televisión grande y no os importa “forzar un poco” los límites, podéis ver lo que sale con ángulos mayores. De todas formas no os aconsejo pasar de los 22º: por mucho que inicialmente una imagen tan grande os guste, creedme que al final uno se fatiga.
Y si no os apetece haceros una hoja de cálculo, aquí van unos resultados para los 18º:

Distancia espectador-televisor (metros) Tamaño del televisor (pulgadas)
2 25
2,5 31
3 37
3,5 43
4 49
4,5 55
5 62
5,5 68
6 74

Y un extra de regalo

¿Podemos utilizar estas fórmulas para estimar el tamaño adecuado de una pantalla de ordenador? Sólo si matizamos bastante. Delante del ordenador sacrificamos algo de confort para tener más superficie de trabajo, así que podemos tolerar los movimientos de cabeza. Veámoslo con un ejemplo: cuanto estamos trabajando con el ordenador, nos sentamos con normalidad, y cuando queremos ver un vídeo largo o una película en esa misma pantalla, involuntariamente nos “acomodamos” en la silla, echándonos hacia atrás y ganando 30-40 centímetros. Eso nos permite visualizar con comodidad la imagen porque aumentamos la distancia.

De forma más o menos empírica, para trabajar con un ordenador a una distancia de trabajo de 50-70 cm, los ángulos máximos que deberemos manejar rondan los 40-50º, lo que nos da unos monitores de 22-24 pulgadas. Para monitores mayores (por ejemplo 27 pulgadas) es mejor aumentar la distancia de trabajo a 80-90 cm.


Nota 1: No se ha maltratado ninguna televisión en la realización de este documental. Todas las bisectrices eran mayores de 18º en el momento del rodaje y decidieron participar perfectamente informadas y en plenas facultades mentales.

Nota 2: La narración por pasos de cómo llegar a la fórmula definitiva es un recurso literario basado en una ficción. Vamos, que no he tenido que dar tantas vueltas para hacer el cálculo definitivo, pero me parecía más ilustrativo explicarlo así para animar a la gente a discurrir sin que les de miedo no dominar el tema: creo que no hace falta ser un experto para hacer deducciones; basta con tener ganas de documentarse, preguntar un poco y aplicar el sentido común.

Nota 3: Obsérvese que al dar estas cifras aproximadas del tamaño del televisor, hablamos de límites superiores, por encima de los cuales podemos esperar cierta incomodidad para ver la pantalla. Pero no estamos garantizando que por debajo de este límite vayamos a estar cómodos. Estas cifras las hemos sacado de un solo factor: el movimiento de los ojos. Todo el resto de factores explicados antes afectarán de forma individual y variable a cada uno.

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14 Comments

  1. Alejandro
    25 septiembre, 2010

    Estupendo artículo.

    Responder
  2. Roberto Fernández
    27 septiembre, 2010

    Te doy la enhorabuena tanto por éste como por el resto de tus artículos. Son magníficos. En relación con los movimientos oculares te propongo un tema que para algunas personas es de gran relevancia. Me refiero al nistagmus; sus causas y posibles remedios.
    Muchas Gracias

    Responder
    1. Ocularis
      27 septiembre, 2010

      Nistagmus … es un tema ciertamente interesante, y por diversos motivos profesionales tiene particular interés para mí. El problema es que es algo complejo de explicar para el público general, y los tratamientos son en general muy limitados.
      Todavía no me decido, la verdad.

      Responder
  3. Aitor - Somos Medicina
    27 septiembre, 2010

    Hola!

    Por añadir algo a otro de tus geniales artículos (ya sabes que me encanta tu blog) en el último «extra de regalo» cabría decir que las paginas web, por ejemplo, están diseñadas para adaptar su ancho a uno cómodo para el lector. Los blogs, que dividen la información en columnas o los nuevos formatos de los periódicos online mejoran mucho la experiencia y reducen la fatiga visual.

    Por cierto convendría también leer como introducción a esta miniserie de artículos sobre las pantallas aquel sobre los libros electrónicos (http://ocularis.es/?p=186) o aquel sobre el iPad (http://ocularis.es/?p=402)

    Saludos

    Responder
    1. Ocularis
      29 septiembre, 2010

      Hola Aitor:

      Gracias por leerme, para mí es un privilegio tenerte como lector 🙂 (ya sabes que es recíproco, soy seguidor incondicional de tu blog).
      Efectivamente, procuran limitar el ancho en diseños web, con la idea de facilitar el salto de línea, de la misma manera que los periódicos utilizan columnas. Se trata de comodidad, aunque es más subjetivo que otras causas de fatiga visual. Por ejemplo, mi blog no tiene ancho fijo, sacrifico esa comodidad por el hecho de no tener artículos tan largo en el sentido vertical.
      Como esta serie de dos artículos están pensadas para publicarse simultáneamente en amazings.es no he puesto enlaces a post anteriores de este blog. Gracias por referenciarlos 🙂

      Saludos

      Responder
  4. Luigi
    28 septiembre, 2010

    Hola, Ocularis. Me han gustado mucho los dos artículos. De hecho, hace ya unos meses que quiero comprarme un televisor y estaba esperando tu opinión al respecto. La verdad que me ha sido muy útil. Quería hacer unos comentarios al respecto.

    1.-Me ha llamado la atención poderosamente en un sentido positvo el estilo que has utilizado, más informal. Está muy alejado del que sueles utilizar. Los dos son válidos, pero está bien saber que tienes varios registros, digamos.

    2.-Ya que hablas de una forma tan determinante de los movimientos oculares, te propondría, ahora que la lista de artículos pendiente se va vaciando, este tema para un artículo futuro.

    3.-Para acabar una curiosidad, a tenor de lo que dices. ¿Por qué los ojos admiten más movimiento (grados) que el cuello? Dicho de otra manera, ¿por qué los músculos oculares son capaces de más movimiento y de más repetición de los mismos que los del cuello sin mostrar cansancio, en principio?

    Gracias.

    Responder
    1. Ocularis
      29 septiembre, 2010

      Hola Luigi, gracias por seguir leyéndome 🙂

      1.- La verdad es que no me he dado cuenta del cambio de registro. Como el público de amazings.es es diferente, quizás me he adaptado más a ellos. Lo leen personas interesadas más en ciencia general, no en temas sanitarios específicamente. Hacen más artículos cortos, fáciles de leer, más inmediatos. En ocularis.es los artículos se siguen leyendo años después de escribirlos, y procuro que queden más completos y con enlaces a post anteriores. Digamos que aquí los artículos quedan más como «referencia posterior», y quizás le doy un tono más formal. En amazings se trata también de despertar el interés del lector que no entra específicamente a un blog sobre el sistema visual. Pero ya te digo, no he sido muy consciente de ese cambio de registro. Gracias por hacérmelo notar.

      2.- En los comentarios de amazings han propuesto un artículo sobre los movimientos oculares de rotación (la verdad es que fui yo el que tiré disimuladamente el guante en el texto del artículo 😀 ). Así que ya está en la lista de artículos pendientes. En este blog seguro que lo publicaré, y si lo quieren en amazings, pues también.

      3.- Es una pregunta muy interesante. Los músculos de los ojos no conocen el término «fatiga muscular», y tienen una actividad frenética. No lo explico porque ya es «neuro-oftalmología avanzada», pero realizan unos 50-80 movimientos diferentes por segundo. Incluso en situaciones de hiperfunción y contractura, los músculos no duelen o dejan de funcionar, simplemente se vuelven más fuertes y pierden capacidad de relajarse y elongarse. La respuesta a lo que preguntas no es fácil. No se conoce la respuesta al cien por cien, y de lo que sabemos, se trata de propiedades microscópicas del músculo. El tejido muscular, internamente, es de otro tipo, hay diferencias.

      Saludos.

      Responder
  5. Lucario
    8 octubre, 2010

    Tamaños y distancias… Se te ha olvidado comentar que no es lo mismo una pantalla 4:3 que una 16:9.
    De todas formas, según la SMPTE, la distancia óptima está entre 2 y 5 veces la anchura de la pantalla. Con estos datos y unos cálculos (complejos para quien no sepa de trigonometría), sabiendo la distancia que hay del sofá a la pantalla se puede saber el mínimo y el máximo tamaño de la pantalla que se puede tener.

    Sobre los cálculos de ahí arriba… Algo falla. Yo no muevo la cabeza para mirar de una esquina a otra de la pantalla del portátil (15,4″) a 50cm ni noto fatiga. Y lo mismo para el televisor (37″ a 2 metros [o menos]).

    Responder
    1. Ocularis
      9 octubre, 2010

      Da igual el formato de pantalla: las pulgadas siempre hacen referencia a la diagonal, que es la mayor longitud posible de «salto», que es el parámetro que uso para la fórmula.

      Hablas de una indicación de tamaño de las muchas que hay, como explico en el artículo no ofrecen ninguna explicación fundada para ofrecer esas cifras. Por lo tanto, para mí es una mera opinión.

      Dices que algo falla, en base a que tú crees que no mueves la cabeza (primer error, siendo movimientos pequeños e involuntarios que pasan desapercibidos) y que no percibes la incomodidad (segundo error, siendo una variable muy subjetiva dependiente de muchos factores, sin haberse establecido un experimento para comparar en condiciones). El tercer error sería intentar extrapolar de un caso individual.

      Un saludo.

      Responder
      1. Lucario
        11 octubre, 2010

        El formato sí que hay que tenerlo en cuenta, porque a parte de la longitud del «salto» influye el ángulo que forma con la horizontal la diagonal. Dado que nuestra visión es «panorámica», en el «salto» desde la esquina superior izquierda a la esquina inferior derecha en una 4:3 hay que desplazar más los ojos verticalmente que en una 16:9 de las mismas pulgadas, y esto es lo que más «incomoda» cuando la pantalla es demasiado grande y uno la tiene demasiado cerca.
        Pruebas numéricas: pantalla de 40″ 4:3, 81cm de ancho, 61cm de alto. Pantalla de 40″ 16:9, 88,5cm de ancho (7,5cm más), 49,8cm de alto (11,2cm menos). Según la SMPTE (cuyas indicaciones probablemente vengan de los televisores de tubo; si te sientas más cerca de lo que te dicen, te «cocerías» los ojos con la radiación de la pantalla y si te sientas más lejos «no verías tres en un burro» [los pequeños detalles]), habría que sentarse más lejos de la pantalla panorámica que de la pantalla «cuadrada». Según mi opinión, hasta te podrías sentar más cerca (siempre que la tanto la pantalla como el contenido sean de alta definición, si no, solo servirá sacarle más pegas a la «alta indefinición»).

        Sobre los movimientos involuntarios de la cabeza, pueden pasar desapercibidos, pero si apoyas la cabeza en algo duro (como el respaldo sin acolchar de una silla de madera), los notas (sobre todo si lo que estás viendo no te distrae lo suficiente y te aburre). Sobre el resto, totalmente de acuerdo. No obstante, dije «algo falla» para referirme a que algo no me cuadraba, no a que tu explicación fuera incorrecta.

        Responder
        1. Ocularis
          23 octubre, 2010

          El formato tendría importancia si a su vez tuviera importancia la orientación del salto. El factor limitante, lo que hay que tener en cuenta, es que sobre los 20º de movimiento angular aparece un movimiento de cabeza. Esos 20º no son horizontales, verticales o diagonales. Son 20º, indistintamente de la orientación. Por lo tanto, el formato no tiene importancia.
          Las indicaciones de la SMPTE las tendremos en cuenta si nos explican en qué se basan. Mientras tanto, no las podemos tener en cuenta como basadas en algún metodo razonado. Por otra parte, no te «cueces» los ojos con la radiación de la pantalla, teniendo en cuenta que por muy cerca que te pongas de una pantalla muy grande, la radiación solar siempre es más dañina (entendiéndolo como radiación peligrosa para la salud ocular, no como un parámetro de comodidad).
          Por otra parte, aunque apoyes la cabeza en algo duro, puedes no notar el movimiento. Se trata de giros de muy pequeña amplitud, y cuando estás prestando atención a otra cosa, un pequeño cambio del apoyo puede pasar desapercibido. La forma fiable de saber si mueves o no la cabeza sería grabándose en vídeo. También podríamos postular que si estamos sentados en el sofá y apoyamos la cabeza, posiblemente tengamos más «tolerancia» a estos 20º porque el cuello no sujeta totalmente la cabeza, y resulte más rápido mover el ojo más allá de estos ángulos. Lo que no deja de ser un movimiento más ineficiente. Un movimiento sacádico largo es menos preciso que uno corto, y casi siempre precisa de un segundo movimiento de corrección y ajuste.

          Responder
  6. […] que el mes pasado me tocó escribir un artículo sobre el tamaño del televisor (en ocularis 1 y 2, y en amazings 1 y 2). En base a un aspecto del movimientos de los ojos, ofrecía unos datos […]

    Responder
  7. Anónimo
    27 septiembre, 2012

    […] […]

    Responder
  8. Anónimo
    13 julio, 2015

    […] […]

    Responder

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