Carencias del sistema visual humano (I)

Hace dos meses pude leer esta entrada de una colega, en la que habla de los defectos de nuestro aparato visual, no cuando tiene algún problema concreto, sino hablando del sistema visual humano en general. Resumiendo el contenido de ese artículo, Shora (la autora) nos indica ciertas carencias que todos tenemos:

  • La mancha ciega, un defecto en nuestro campo de visión que posee cada ojo, del que no somos conscientes.
  • Nuestra incapacidad para ver los colores en la oscuridad y con poca luz. También la pérdida de «definición de imagen», al dejar de ver detalles que sí veríamos con buena iluminación.
  • Sin quedar explícito, algunas frases del artículo nos podrían hacer pensar que nuestro sistema visual es en general bastante peor que otros animales con ojos desarrollados. Por ejemplo, una cita extraída del artículo: «Si nuestra visión durante el día no es precisamente para tirar cohetes, cuando la oscuridad hace acto de presencia, este sentido se vuelve bastante penoso».

Veamos paso a paso cada una de las afirmaciones, y en un segundo capítulo daré mi opinión sobre qué carencias naturales posee nuestro aparato visual.

La mancha ciega

El campo visual es el entorno perceptivo de un ojo, la parte de espacio de la que un ojo puede recibir información. Su extensión se mide en grados horizontales y verticales, y en un ojo normal, dentro de los límites naturales de este campo visual, nuestra percepción es continua, sin zonas «muertas» en las que dejemos de ver. Con una única excepción: la mancha ciega. Esto ocurre porque nuestra retina contiene receptores de luz en toda su extensión, con excepción de una pequeña área circular de 1,5 mm de diámetro aproximado. Esta área es la correspondiente a la papila o cabeza del nervio óptico. en esta zona se reúnen todas las fibras nerviosas que llevan la información de toda la retina. Sería como el comienzo del «cable» que lleva la información. El nervio óptico no posee fotorreceptores, por lo que es un área ciega. Todos los puntos de la retina se corresponden con una zona concreta de nuestro campo visual (por cierto, que es una correspondencia invertida); la papila se corresponde con la mancha ciega.

Pensar en las consecuencias de una zona «muerta» en nuestra visión puede dar escalofríos. Nuestro cerebro ya cuenta con que lo que queda fuera de los límites de nuestro campo visual no ha sido explorado visualmente. Sabemos que lo que está a nuestra espalda no lo vemos, si lo necesitamos ver giramos la cabeza y los ojos, desplazamos el campo visual. Pero si algo está delante nuestro, teóricamente dentro de nuestro rango de visión, pero cae en una zona «ciega», no lo veremos pero no seremos conscientes de que nos falta información porque estamos mirando para ahí.

Sin embargo no es así, la mancha ciega no supone un problema para el ser humano. Son varias las razones. La primera es que pese a estar relativamente cerca del centro (a unos 17º), no está propiamente en el centro del campo visual. Como hemos explicado en numerosas ocasiones, el uso que hacemos de nuestra retina (y por tanto, de nuestro campo visual) no es igual en todas las zonas. Tenemos clarísima preferencia por el centro de la retina, la mácula (y concretamente la fóvea). Aquí es donde tenemos gran resolución de imagen, se corresponde a los 10º centrales de nuestro campo visual. Estirando mucho, los 15º centrales constituyen la zona de visión que ofrecen auténtica calidad de imagen. El resto (es decir, la gran mayoría del campo de visión) tiene una resolución muy baja, nos permite ver movimiento, colores, formas grandes, pero poco más. Así, vemos detalles groseros y grandes en la periferia y en seguida enfocamos con el centro.
Por tanto, una zona menos sensible dentro del campo de visión (cuyo nombre técnico es escotoma) tendrá importancia si:
– Afecta a los 10-15 grados centrales, o
– Siendo periférico, tiene gran extensión.

La mancha ciega no está en el centro, y además es bastante pequeña. Un objeto en movimiento que caiga en la mancha ciega, al estar en movimiento forzosamente tiene que pasar por una zona del campo que sí tenía visión, con lo cual lo veremos; captaremos el movimiento y rápidamente lo enfocamos con el centro. En el caso de ser una imagen estática, para que quede en el campo visual tiene que ser relativamente pequeña, de forma que posiblemente tampoco lo diferenciaríamos con nitidez aunque no hubiera mancha ciega (recordemos la mala calidad de imagen del campo periférico).

Con todo esto, tenemos que la mancha ciega no supone una gran limitación para un ojo. Pero ahí está, no deja de ser una carencia. Sin embargo hay un argumento más definitivo, que demuestra que en la práctica nuestro campo visual no tiene ningún escotoma; tenemos la seguridad que a lo largo de nuestro campo de visión no se nos escapa nada.
Y es que está bien estudiar el ojo como órgano aislado. Pero tenemos dos ojos. Que al contrario que en otros animales, están orientados ambos de frente, de forma que sus respectivos campos visuales se solapan en en buena parte de sus extensiones. Eso significa que el campo visual común es algo más grande (en total unos 180º horizontales), que tenemos bastante información «duplicada» (lo que nos dará una gran capacidad para percibir las tres dimensiones, como explicamos en su momento), y lo que ahora nos ocupa: la zona de visión que no vemos por un ojo porque cae en su mancha ciega, lo vemos por el otro. Dicho de otro modo, los ojos, al trabajar en conjunto, se suplen sus manchas ciegas.
Esto último ya lo explicamos en esta entrada sobre la visión binocular.

En esta imagen de arriba vemos un esquema de los campos visuales de cada ojo, sus respectivas manchas ciegas y como se solapan entre sí de forma que quedan cubiertas.

Por tanto, no lo considero una carencia ya que nuestros ojos siempre funcionan a la vez enfocando simultáneamente el mismo objeto. Las manchas ciegas siempre están cubiertas.

Si alguno le interesa «encontrar» su mancha ciega, en la wikipedia inglesa hay un sencillo test. Como ya habréis deducido, es necesario taparse un ojo para hacer la prueba.

Los colores en la oscuridad

Es cierto que por debajo de cierto umbral de intensidad lumínica, los conos (células de la retina encargadas de recoger la información del color de la luz y transmitirla) dejan de funcionar. Y sólo tenemos disponibles los otros fotorreceptores, los bastones (aquí hablo en profundidad de ambos tipos de células). Estos bastones son capaces de estimularse con una luz débil, en circunstancias en las que los conos ya no pueden trabajar. Además, los bastones tienen otras ventajas con respecto a sus compañeros, en cuanto a velocidad de transmisión y repolarización (que es el proceso en el que un fotorreceptor vuelve a estar disponible después de transmitir un estímulo). Pero hay dos ventajas fundamentales a favor de los conos, algo que hace que en seres humanos nuestro aparato visual se fundamente en la información de los conos (y eso que son menos numerosos y extendidos que los bastones). La primera es que los bastones son incapaces de darnos información del color. Una imagen exclusivamente obtenida con bastones es monocroma, sólo diferenciamos grados de iluminación (de conos, bastones y colores estuvimos hablando en
el artículo sobre el daltonismo). La otra diferencia depende más de la organización de nuestra retina: los conos se encuentran preferentemente en el centro de la retina (en la mácula, y sobre todo en la fóvea) y están más cerca unos de otros. Por otra parte, la información de los conos es procesada de forma más separada, llegando a que un sólo cono puede llegar a tener sus propias neuronas en la retina (su propia célula bipolar y su propia célula ganglionar, que sólo transmiten para ese cono concreto). Los bastones en la periferia de la retina se encuentra jerárquicamente organizados en grupos grandes; es decir, una célula ganglionar transmite información global de un grupo de varios bastones, no se transmite la información de un baston separado. Todo esto de la organización de las células de la retina lo explicamos en una serie de artículos antiguos (éste es el primero). Ahora nos vamos a centrar en el tema del color.

Podemos ciertamente considerar una carencia el hecho de que con poca luz sólo funcionan los bastones, y por tanto perdemos la visión cromática. Pero la clave del asunto es que no es específico del ser humano, los ojos en cámara de animales evolucionados presentan las mismas cualidades (para entender la diferencia entre ojos compuestos y ojos en cámara podéis leer este otro artículo). Dicho de otro modo, animales con buena adaptación a la visión nocturna pueden ver en umbrales lumínicos tan bajos que nosotros no vemos, pero no tienen visión en colores. No tienen unos «conos especiales» que vean los colores en penumbra. Tienen más bastones que nosotros, y otros sistemas accesorios (ojos grandes con retinas grandes, pupilas amplias, tapetum) que permiten aprovechar al máximo los estímulos lumínicos. Pero el sistema de recepción de la luz es igual al nuestro. Tampoco ven en colores.
Teniendo eso en cuenta, no es una carencia propia del ser humano, es una limitación propia de los sistemas visuales en general. De la misma manera podríamos considerar una carencia que no veamos a través de las paredes. Ningún animal puede hacerlo, es una limitación propia del sistema visual. Por tanto, no me parece una carencia nuestra. En este artículo está más explicado cómo la evolución ha ido adaptando los ojos de algunos animales a la visión nocturna.

Calidad de nuestros ojos dentro del reino animal

Comparar cómo de bien funcionan nuestros ojos en comparación con otros animales es bastante difícil, y subjetivo. Son muchos los parámetros a comparar. Por otra parte, no tenemos una idea clara de cómo ven los animales (no podemos hacerles pruebas de función visual como a seres humanos). En función del estudio anatómico y microscópico del sistema visual de una especie animal podemos inferir sus características funcionales. Este sistema no es totalmente exacto.

Centrándonos en el campo visual, aquí sí que salimos en general peor parados. Nosotros, como otros primates superiores, tenemos los ojos en posición frontal en vez de lateral. Por lo tanto el campo visual queda limitado a 180º. Que para nuestra vida habitual nos sobra, pero en comparación con otros animales es poco. Casi todos los peces y animales acuáticos y anfibios, casi todas las aves y reptiles, y una mayoría de mamíferos tienen los ojos en posición lateral (por lo menos más lateralizados que nosotros), por lo que poseen en conjunto un campo visual mayor. A veces de más de 300º.
Bien es cierto que el sistema muscular que mueve nuestros ojos y la ágil y exacta capacidad de maniobra de nuestro cuello hace que en la práctica nos comportemos como animales con mayor campo visual. Pero ciertamente carecemos de esa percepción angular instantánea de la mayoría de los vertebrados.

En cuanto a calidad de imagen, la cosa cambia. Tenemos fóvea, que es el área central de la retina en donde los conos están muy cerca y nos da un área de gran resolución de imagen. Muchos animales, con ojos por lo demás muy similares al nuestro, carecen de fóvea. Y esto es una diferencia fundamental. Básicamente, nuestra nitidez de visión y la de, por ejemplo, un conejo, no se pueden comparar. De ahí la importancia del concepto de camuflaje en el mundo animal. Dado que es muy difícil acechar a una presa aprovechando un ángulo muerto (fuera de su campo visual), lo que hace el animal cazador es minimizar su movimiento y aprovechar su mimetismo con el entorno. Porque el ojo de su presa, aunque abarca mucho campo visual, es sensible a colores y movimiento, pero no mucho a las formas exactas. Donde un ser humano es capaz de ver un leopardo agazapado, un antílope no ve nada.

Bien es cierto que hay animales que nos superan en nitidez de visión. Sobre todo las aves. Como expliqué en este artículo, algunas aves no sólo tienen una fóvea tan bien desarrollada como la nuestra, sino unos sistemas ópticos adicionales que aumentan su agudeza visual. Pero comparándonos con el reino animal en general, nuestra nitidez visual es superior a la media.

También tenemos una importante diferencia: el hecho de que tengamos los ojos en posición frontal no implica sólo la desventaja de perder campo visual en conjunto. La mayor parte de los campos visuales de los ojos se solapa entre sí, y eso nos da una gran capacidad de visión tridimensional. Podemos calcular con exactitud la distancia y posición de los objetos que nos rodean (por lo menos los que están relativamente cerca). Para los primates supuso calcular bien las distancias para llevar la vida en los árboles. Sin estos ojos, difícilmente se puede saltar de rama en rama ni trepar con la agilidad típica de estos animales. Por otra parte, nos proporciona una gran capacidad perceptiva de objetos cercanos, lo que nos permite manipular objetos con las manos. Cuando vemos documentales de cómo fue apareciendo la inteligencia en los primeros homínidos, vemos que se le da mucha importancia a nuestra mano con pulgar opositor, que nos permite manipular y hacer herramientas. Pero se concede poca importancia a nuestro sistema visual, con gran definición de imagen. Nos da un grado de detalle, tanto en definición de imagen como en localización tridimensional, raro de encontrar en otras especies.
De todas formas, los primates no somos los únicos con ojos frontales y buena visión en relieve. Los grandes felinos también tienen esta visión tridimensional. Así calculan bien la distancia cuando acechan y persiguen a sus presas.

Como resumen, yo diría que el sistema visual humano sale muy bien parado. Tenemos las lógicas limitaciones de un ojo diurno. Y sin tener la «supervisión» de algunas aves, y aun con una considerable pérdida de campo visual, tenemos una gran resolución de imagen.

De hecho, si hay que destacar características físicas claves de la especie humana que marquen la diferencia en nuestro éxito, aparte de la inteligencia, la mano y el aparato fonador, sin duda hay que nombrar a nuestro sistema visual.
De ahí que otros animales tienen un olfato o un oído tan fino. Dependen mucho de ellos para sobrevivir. El ser humano, como especie, depende mucho de la vista y relativamente poco de los demás sentidos. Incluso en épocas prehistóricas, nuestro sistema visual llevaba el peso para explorar nuestro entorno.

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11 Comments

  1. EC-JPR
    11 enero, 2009

    Muy buena entrada, jefe, como siempre 🙂 Imagino que ya te lo habrás planteado alguna vez, pero… ¿y si donde pone «este otro artículo» pusiese «capítulo 31», y editases todo esto en formato árboles muertos? ¡Yo lo compraría! 🙂

    Responder
  2. Ocularis
    12 enero, 2009

    Gracias, EC-JPR. Me he planteado lo de los árboles muertos, de hecho he estado mirando sitios. Puede que cuando tenga más estable el tema de la consulta y haya arreglado otros asuntos de poca importancia (comprar un piso, y minucias de ese estilo) me ponga a ello.

    Pero te apunto como mi primer potencial comprador 😀

    Responder
  3. luigi
    16 enero, 2009

    Hola, Ocularis. Antes que nada tu artículo me ha resultado muy interesante, ávido estoy de leer la segunda parte. Te quería hacer al respecto unas observaciones.

    a) Cuando hablas de 15º centrales con máxima agudeza visual, podrías poner un ejemplo (geo) gráfico para poder hacerme una idea de lo que eso puede suponer. Me explico con un ejemplo. Entre cinéfilos siempre se defiende y queda muy bien, todo hay que decirlo, ver las películas en versión original para así apreciar la voz de los actores. Si se entiende la lengua no digo nada, pero si no se entiende veo muchos inconvenientes, y los que veo son de tipo visual. Creo que no somos capaces de ver con nitidez al mismo tiempo, la zona de la pantalla donde debemos fijar la mirada, normalmente en el centro, y leer al mismo tiempo los subtítulos; así que la información que recibimos la procesamos de forma consecutiva, como en los cómics, y no de forma simultánea, lo que nos hace perder mucha imagen, siendo el cine un arte eminentemente visual, ¿no?

    b)Comentas en tu artículo la imposibilidad de ver a través de las paredes, y lo calificas como “una limitación del sistema visual”. A veces me he preguntado porqué podemos oír a través de las paredes y no ver a través de las paredes opacas, y en mi ignorancia me he respondido que debía ser una cuestión física, que dentro del espectro electromagnético hay ondas con longitudes o frecuencia que atraviesan cuerpos sólidos y otras que no, es decir, que no es que no veamos a través de las paredes por una incapacidad del sistema visual, sino que la cuestión es anterior, esto es, hay una incapacidad física, de la Física como ciencia, que lo impide. A lo mejor estoy metiendo la pata, tú dirás.

    c) Ya puestos, me gustaría saber porqué no vemos la luz ultravioleta, y qué nos perdemos con ello; quizás sea una pregunta para contestar en la segunda entrega del artículo.

    d) ¿El hecho de tener los ojos frontales y con fóvea, a diferencia de otros animales, hace que unas de nuestras carencias, en un sentido ya sé que muy lato, sea tener muchas más problemas de convergencia?

    e) Para acabar, ¿los primates, como pueden ser los chimpancés o los orangutanes, tienen la misma agudeza visual que nosotros? A bote pronto, parecería que sí.

    Un saludo cordial y gracias.

    Responder
  4. Ocularis
    20 enero, 2009

    Hola Luigi:

    a) Yo también estoy de acuerdo (y puedo defender con pruebas si es necesario) en que ver una película con subtítulos empeora el visionado. Si estás atento las letras, no estás atento a la imagen como tal. Podemos perfilar con qué calidad vemos un punto a los 10º del centro o a los 15º, y hacer un poco de trigonometría estimando el tamaño de la pantalla de cine y la distancia a la butaca. Pero no hace falta. A nivel neurooftalmológico tenemos varios modos de visión: una forma «amplia» en la que hacemos más caso al campo visual periférico (en donde rentabilizamos bastante el «campo medio», con todavía buena resolución de imagen, hasta los 30-40º centrales), y una visión estrecha, en la cual focalizamos nuestra atención en los 2-5º centrales. Aun con la forma «amplia», sigue siendo jerárquicamente superior el centro del campo (que corresponde a la fóvea), pero la imagen menos nítida del campo cercano al centro nos da información que aprovecha el cerebro. Además, hacemos desplazamientos fáciles y certeros dentro de la visión central. Es como cuando miramos una conversación de dos personas: nuestro centro de mirada se va desplazando alternativamente a uno u otro interlocutor, pero mientras estamos centrados en uno, el campo visual medio sigue mirando al otro interlocutor, podemos verle más o menos gesticular. Sin embargo, el esfuerzo de lectura implica una focalización estricta en la fóvea. Aunque detalles de la imagen puedan quedar en zonas del campo visual eficaces (10-15º), es una información que no aprovecha el cerebro. Por tanto, cuando leemos subtítulos estamos atentos a lo que leemos. Confiamos en leer rápido y saltar rápidamente a la imagen. Pero poca información de la imagen obtenemos al leer.

    b) Es como dices. El sonido es la propagación de la onda acústica, que se transmite a través de la materia. Por definición, necesita de elementos físicos. Bien es cierto que los cuerpos sólidos son barreras, pero relativas. El sonido se atenúa y modifica al pasar del aire a un sólido, y luego al aire otra vez. Pero se va propagando. La luz es algo diferente, se trata de energía radiante. Una onda electromagnética que viaja por el espacio. No necesita materia física, de hecho donde mejor se transmiten estas ondas (más rápido y sin pérdida) es en el vacío. Dentro del espectro electromagnético, la luz visible atraviesa mal la materia sólida. En otra parte del espectro, como las ondas radio o incluso las microondas, atraviesan mejor los sólidos y se pueden penetrar a través de una pared. Pero para la luz visible un objeto opaco supone una barrera estricta, siempre que no sea transparente. El sonido se transmite a través de la pared, aunque puede quedar tan atenuado que no lo oigamos (depende de la intensidad). Pero para un objeto opaco, la luz queda absorbida o reflejada en la superficie. Es una limitación física. Otra cosa es que un ojo sea capaz de detectar más allá de la luz visible (como el espectro infrarrojo o ultravioleta, como algunos animales)

    c) La pregunta es difícil de contestar. ¿Por qué no tenemos el cuello largo de las jirafas, o un cuerno en la frente como los rinocerontes?. Nadie ha diseñado nuestro organismo, lo que somos es el resultado de millones de años de evolución natural. Somos una de las innumerables adaptaciones de la vida a su entorno. Somos un éxito evolutivo de momento, porque no estamos extinguidos, lo mismo que una mosca o una medusa. Los ojos de una abeja abarcan el espectro ultravioleta, de forma que los «colores» que ve no son los mismos que los nuestros. Una flor puede resultar muy llamativa para la abeja por tener un color llamativo o atrayente dentro del ultravioleta, y para nosotros tener un color blanco neutro que no nos dice nada. Y entrecomillo «color» porque la abeja no tiene un ojo en cámara como nosotros, tiene un ojo compuesto, que ofrece una imagen muy pixelada directamente a su primitivo (muy primitivo) sistema nervioso. La imagen formada y elaborada por nosotros no tiene comparación con la suya. Realmente no ve objetos separados como nosotros, se mueve en un mundo de estímulos de colores y movimientos. ¿Qué nos perdemos al no ver con los ultravioletas?. Posiblemente una gama de colores «más allá del violeta». Por otra parte, dado que nuestro cristalino es un filtro eficaz (aunque no total) contra los ultravioleta, nuestra visión en este espectro estaría limitada. Y si no tuviéramos ese filtro, la retina posiblemente estaría en peligro. Al parecer, la radiación ultravioleta está implicada en el envejecimiento y lesiones retinianas.

    d) El tener los ojos frontales y que seamos «binoculares estrictos» hace necesaria la convergencia. En otros animales, normalmente con ojos muy lateralizados,estos funcionan estrictamente independientes, sin solaparse su campo visual (o si se solapan, el cerebro no integra y fusiona la información. Otras especies (principalmente aves, pero también otros vertebrados) funcionan con una parte binocular y otra monocular. De hecho algunos tienen dos fóveas, una para cuando el ojo mira por separado (mejor definición, pero mala visión tridimensional), y otra para el campo visual común (no tan buena definición, pero buena percepción tridimensional). En estos casos, el animal alterna visión monocular y binocular. Nosotros no, de forma natural buscamos la colaboración binocular en todas las posiciones y distancias. Eso nos da una gran capacidad de manipular objetos cercanos (muy importante ver en relieve de cerca). Pero exige convergencia. La convergencia nos da problemas muy raramente. En un sistema visual humano, ningún problema, de hecho. Por lo tanto, son más las ventajas de nuestro sistema binocular.

    e) Efectivamente, otros primates desarrollados tienen un ojo muy parecido al nuestro. De hecho, se hacen estudios retinianos en chimpancés porque nuestras fóveas son similares. De ahí que el lenguaje gestual cobre tanta importancia en los primates. Nos expresamos muy bien con el rostro y las manos, porque nos vemos muy bien.

    Saludos.

    , se produce añadidamente un fenómeno neurológico

    Responder
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    Responder
  6. Mariana
    8 febrero, 2009

    Me encanta la mancha ciega!! No hice el test pero cada vez que me recuesto en el sillón o donde sea a mirar la pared o el techo, juego a encontrar mi punto ciego!

    Es usted un muy buen escritor. Ciertamente sería un placer leer todo esto en papel 🙂

    Responder
  7. Ocularis
    10 febrero, 2009

    Todo se andará, Mariana 😀
    Gracias por leerme

    Responder
  8. Raúl
    28 julio, 2010

    Muchas felicidades por la web. Desde que la descubrí leo con mucha atención todos tus artículos.

    Tengo una duda al respecto de la frontalidad de la visión animal. Yo daba por cierto que los animales con muchos depredadores, tipo herbívoro, utilizaban la visión panorámica de forma vigilante-defensiva. Y, de la misma manera, los carnívoros utilizaban la visión frotal para perseguir a su presa a la carrera. Imaginemos por ejemplo el leopardo persiguiendo al antílope. ¿Es cierto o es una invención mía?

    Gracias.

    PD:
    Al respecto del comentario de los subtítulos, yo creo que ver una película supera las cuestiones de agudeza visual. En mi experiencia personal, si intento recordar alguna escena impactante de una película, la secuencia aparece en mi mente en castellano aunque la viera en versión original.

    Responder
    1. Ocularis
      28 julio, 2010

      Lo que comentas de herbíboro (mucho campo visual, poca binocularidad) y depredador (mucha binocularidad, poco campo visual) es correcto. Lo suelen explicar en los documentales de animales, por ejemplo.

      En cuanto a los subtítulos, nosotros no guardamos los recuerdos de forma «fotográfica». Las imágenes obtenidas de los ojos se interpretan en conceptos y tramas. Y las recordamos así. Si uno lee subtítulos en otro idioma, pero uno sigue «pensando» en castellano, lo que hacemos es ir traduciendo, y nos quedamos con el recuerdo de la traducción. Posiblemente tengamos dificultad para recordar las palabras en el idioma extranjero. Si somos ya capaces de pensar en el idioma extranjero, será más sencillo recordar las palabras exactas.

      Un saludo.

      Responder
  9. ailen
    7 septiembre, 2010

    usted es un muy bien escritor es muy bueno yo estudio todo lo de el cuerpo humano y me gusta

    Responder
  10. George Miquilena
    11 septiembre, 2014

    Que interesante artìculo, gracias por compartir estas cosas que no sabía, que trabajo tan valioso, que buena imparcialidad.

    Responder

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