Reticare (V): falacias

En los dos últimos artículos sobre el tema (tercer y cuarto de la serie) hemos desgranado las pruebas científicas (más bien falta de ellas) acerca del uso de filtros de protección para exposiciones a fuentes habituales de luz. En teoría no habría que dedicar más artículos a ese tema; en todo caso matizar, ampliar o corregir el contenido de los artículos anteriores. Y sin embargo aquí estamos de nuevo. ¿Por qué?

A lo largo de estas últimas semanas se han escrito varios artículos que han analizado y se han hecho eco de la preocupante falta de fundamento del reticare. A la lista que hice el mes pasado habría que añadir el post de El supositorio (gracias Vicente) y el de Microsiervos (gracias Wicho). Que por cierto, previamente a que yo me pusiera a escribir sobre el tema, Wicho ya había escrito una entrada corta sobre el tema. El tema ha dado para un intenso debate tanto en Twitter como en los comentarios del blog. Y de estas conversaciones ha surgido la necesidad de escribir otros tres artículos. Tanto acúmulo de justificaciones falaces y pseudocientíficas dan material de sobra.

pinocchio

Artículos científicos «a peso»

Si, oiga … me pone cuarto y mitad de esos artículos sobre la luz azul. No, los estudios en humanos no, los que tiene en la caja de atrás. Sí, los estudios in vitro. Ponga otro par más, que se vea la bibliografía bien llena. No, no se preocupe por la falta de aplicabilidad: yo soy un cocinitas, y me los voy a preparar con una salsita y una presentación en el plato que van a quedar estupendos. No hay nada que no se pueda solucionar con una buena campaña de marketing.

Esta ha sido la primera justificación de los que defienden poner plásticos amarillos en la pantalla del móvil. Algo así como «fíjate cuántos artículos hay en su web, así que van a tener razón». Lo que pasa es que los artículos no están para hacer bonito, hay que leerlos. Otros bloggers han analizado varios de ellos, como Javier en La mentira está ahí fuera y Arturo Quirantes en Naukas. Han ido desvelando sus errores e inconsistencias, además de un posible conflicto de intereses no declarado. En el tercer post de mi serie aclaraba que los estudios in vitro y en animales sirven para proponer hipótesis, pero no aportan pruebas objetivas de lo que pasa en el ojo humano. Y menos con el diseño que tienen: dosis altas y exposiciones cortas, para estudiar el efecto de dosis bajas y exposiciones largas. Y es que no tiene nada que ver: la luz es una radiación electromagnética, y como ocurre con todo tipo de radiación, la dosis y el tiempo de exposición lo es todo.

Pongamos un ejemplo fácil de entender. Todos sabemos que la radiación ionizante puede ser peligrosa: los rayos X, por ejemplo. El uso de radiografías o de escáners (TACs) debe limitarse a lo estrictamente necesario, porque acumular dosis alta de rayos X puede causar enfermedades. ¿Eso significa que todas las radiaciones ionizantes son malas y deben evitarse? No, todo depende de la dosis, porque por ejemplo un plátano es radiactivo. Y las patatas, y las pipas de girasol. ¿Eso significa que es más saludable ser carnívoro estricto, y nos evitamos comer productos radiactivos? Pues mire, no. Así que cualquier estudio sobre radiación (me da igual ionizante que lumínica) cuya dosis y tiempo de exposición es radicalmente diferente a la situación real no es extrapolable. Si destrozo una muestra de tejido con dosis altas de radiación ionizante, no es un argumento para prohibir comer plátanos, por mucho que el plátano sea radiactivo. Y si destrozo otra muestra de tejido con dosis altas de radiación electromagnética, aunque sea luz visible, no justifico que debamos protegernos de las pantallas.

Así que no sirve con acumular citas bibliográficas. Hay que ver si esos artículos demuestran efectivamente algo, o tienen errores. Pero estos «detalles» no han frenado a los defensores del reticare, porque al parecer lo importante era el número de artículos. No importa mucho lo que ponga en ellos.

Falacia de autoridad

Otra justificación que me he encontrado bastante en las redes sociales y en comentarios del blog es el prestigio de la universidad o de los investigadores. O a veces el número de investigadores (parece que si son muchos, van a tener razón, también se miden «a peso», como los artículos). Es un ejemplo «de libro» de la falacia de autoridad. Y cuando lo combinamos con el número de investigadores, estamos añadiendo el argumento ad populum. Creo que está de más explicar lo absurdo de estas falacias. Son rasgos comunes de otras pseudomedicinas. Además, dichas falacias nos permiten descalificar rápidamente una argumentación. Como agudamente describía un tuitero, y lo enlazaban en Microsiervos, el reticare se ha apuntado al tren de las magufadas.

A lo largo de estos cinco artículos he ido razonando la falta de fundamento del reticare, y no porque yo sea oftalmólogo, diagnostique y trate degeneraciones maculares, o maculopatías por radiación. El conocer directamente la enfermedad «real», en humanos, no me da la razón, y no me coloca en una posición superior con respecto a los investigadores, que igual no son médicos y no tratan directamente con la enfermedad. Eso no es un argumento científico y jamás lo he utilizado. Ser oftalmólogo me ayuda a entender y estar al día del conocimiento científico actual sobre enfermedades visuales, pero no es una prueba por sí misma. De hecho tiene valor negativo: si me equivoco sobre un tema de mi especialidad tengo pocas excusas, porque se sobreentiende que tengo que saber de lo mío. Pero los razonamientos deben venir de hechos probados. El prestigio, el título o la especialidad no demuestran nada.

Conspiranoia

Esta es buena. Cuando en las redes sociales fui enlazando los artículos que aclaran que la luz no es dañina para el ojo, dicen que se trata de una campaña de desprestigio. Unos motivos oscuros, intereses ocultos, y demás paranoias. ¿Qué interés comercial puede mover al que se molesta en denunciar mentiras? ¿Dónde está el beneficio? Porque la empresa se juega mucho en vendernos su producto, es un buen motivo para embaucar al personal. Pero los que hacemos pública su sinrazón no ganamos nada.

Esta una forma de intentar desviar el tema de la conversación. Sostener que es una campaña de desprestigo es absurdo (como bien sintetizaba un tuitero), pero además es irrelevante. Se trata de demostrar la veracidad de algo. El hecho de que reticare tenga mucho interés económico en vendernos el producto no le resta veracidad: lo hace el hecho de que simplemente no está demostrado. Y si se puede argumentar fácilmente en contra del reticare, es independiente de la motivación; lo importante son las pruebas.

La opinión y el análisis de los hechos

Éste es el apartado en el que me quería detener más. Las diferentes conversaciones por las redes sociales caían una y otra vez en el mismo problema. Voy a poner un ejemplo que creo que será fácil de entender. Supongamos una conversación entre dos adolescentes que están mirando un escaparate.

– ¡Mira! ¡Ha salido el nuevo juego para la [ponga aquí su videoconsola de preferencia]!
– ¡Qué chulo, me lo quiero comprar!
– Pero 30 euros es muy caro.
– Ya … (mirando la cartera) no me llega para comprarlo.
– Seguro que con la paga de la semana que viene te llega.

¿Qué tiene que ver esta conversación inventada con las falacias sobre el reticare? Paciencia, queridos lectores. Se trata de entender cuándo estamos analizando la realidad y cuándo no, en un ejemplo muy sencillo. Vayamos frase a frase.

  • «Ha salido el nuevo juego …». Constatas una realidad que tienes delante de tus ojos. Que será cierto salvo error de percepción (te has equivocado al leer el nombre del juego en la caja) o algún motivo más extraño.
  • «¡Qué chulo, me lo quiero comprar!»: Expresamos una opinión personal, y una valoración positiva del producto por sí mismo. Y por tanto, un deseo de tenerlo. Nada que discutir, para gustos … si por ejemplo alguien se quiere comprar el reticare porque le gusta cómo queda la imagen de su pantalla en tonos amarillentos, pues nada, por unos «pocos» euros lo puede comprar. Un poco caro para un plástico coloreado, la verdad, pero cada uno se gasta el dinero en lo que quiere.
  • «Pero 30 euros es muy caro»: Aunque gramaticalmente la frase parece aseverar algo, es una opinión. Que algo sea barato o caro, sin ningún punto de referencia específico, es una valoración personal.
  • «No me llega para comprarlo»: Esto sin embargo no es una opinión. Tras mirar la cartera y sumar el dinero que tiene, no llega a 30 euros. Es un hecho objetivo. El que quieras comprarlo no va a alterar las cuentas: o tienes el dinero suficiente, o no lo tienes.
  • «Seguro que con la paga de la semana que viene te llega»: Aunque la frase parece indicar algo seguro, estamos realizando una predicción en el futuro. Puede que la semana que viene recibas menos paga, o que te gastes el dinero que tienes ahora y finalmente no te llegue. Es una opinión en el futuro, una estimación que puede estar equivocada. Por mucho que ahora uno quiera especular, no puede controlar las variables que puedan aparecer más adelante.

Las frases más importantes son las dos últimas. La primera es un análisis del presente, concretamente de hechos objetivos que podemos controlar y medir. La segunda es una predicción del futuro, que puede estar más o menos razonada, pero no expresa una realidad porque: a) no es un hecho del presente b) no puedes controlar lo que mides.

¿Eso significa que la primera frase siempre es cierta y sólo puede haber error en la segunda? No, te puedes equivocar analizando los hechos. Puedes haber mirado mal la cartera y haber pasado por alto un billete, o haber hecho mal la suma. Pero es relativamente fácil de comprobar. Sin embargo no es algo opinable: o tienes el dinero suficiente, o no. Si el otro amigo no se cree que no haya dinero suficiente, simplemente puede comprobarlo él mismo. En contraste, no tiene sentido una frase del estilo «venga, seguro que te llega el dinero, que así nos lo podemos comprar ahora y jugamos esta tarde». Por mucho que uno quiera algo, la realidad no se pliega a los deseos de uno.

Bien, pues exactamente esto me ha pasado en las conversaciones en Twitter y en los comentarios del blog. En el último artículo analicé la bibliografía actual sobre la hipótesis de la fototoxicidad. No opino sobre lo que me parece a mí esa hipótesis, ni de lo que puede pasar en el futuro. Me limito a analizar los hechos, las conclusiones que se pueden sacar de la documentación científica sobre el tema. ¿Eso significa automáticamente que tengo razón? Claro que no, me puedo equivocar leyendo los artículos, o pasando algunos por alto. Bien es cierto que en este caso concreto «juego con ventaja» porque no soy el primero que lo hace: personas más inteligentes y expertas que yo lo han hecho anteriormente, con un nivel de profundidad mucho mayor que lo que puedo hacer yo. No son ideas originales mías, simplemente intento acercar el lenguaje técnico para que lo pueda entender todo el mundo. Pero en el fondo es lo mismo: son conclusiones sobre hechos objetivos y medibles. Y quedan sometidos al análisis y discusión de cualquiera. Pero análisis y discusión de los hechos, desde el punto de vista científico. ¿Sigues manteniendo que la hipótesis fototóxica está demostrada? Estupendo, arguméntalo. Aporta los artículos. Apoya tus conclusiones con hechos. Pero no me sirven las opiniones, más que nada porque no estamos discutiendo eso.

No es una opinión científica, o una opinión médica. No consiste en que cada uno tenga su «opinión», y todas son respetables. Se respeta a las personas: los argumentos están para discutirse, y descartar las afirmaciones falsas. No es que unos investigadores opinen una cosa, y otros profesionales (médicos, científicos en general) opinemos otra. Se trata de un diálogo racional y científico, y hay que aportar pruebas. El que uno «tenga fe», «confíe» en esos filtros, manifieste que quiere usarlos, no aporta absolutamente nada.

Otro ejemplo sobre degeneración macular

Vamos a poner otro ejemplo de lo que es una opinión y lo que es un análisis de los hechos. En este artículo estuve analizando otro tratamiento sobre la misma enfermedad que no previene el reticare: la degeneración macular asociada a la edad. En aquella ocasión analizamos los suplementos nutricionales, unas pastillas que aportan unos nutrientes con la intención de frenar la progresión de la enfermedad. Fuimos describiendo los resultados de un importante ensayo clínico que demostró que efectivamente se puede cambiar de alguna manera la evolución de la enfermedad con dosis altas de ciertos nutrientes. De forma bastante discreta y a un reducido número de sujetos, pero ahí está el resultado. Y en el artículo fui desgranando cómo ese beneficio buscado no se puede obtener en la práctica. Es imposible obtener las dosis del estudio con los complementos que se comercializan. Eso es analizar objetivamente los hechos, lo mismo que contar el dinero para comprar algo en el ejemplo de arriba. Las cuentas salen, o no salen. Si pretendes convencer a alguien de que una pastilla puede frenar la progresión de la enfermedad, necesitas encontrar una que realmente reúna la dosis adecuada. Eso es analizar los hechos. Y cuando me puse a analizarlos, las cuentas no salían: no puedes igualar las dosis del estudio por mucha pastilla que tomes.

En el siguiente artículo de esa serie expresé mi opinión: «Creo que los factores nutricionales tienen menos importancia, y por mucho que nos afanemos en estudiar esta línea, no vamos a conseguir el éxito que todos queremos. [···] Ójala me equivoque, sería un placer escribir otro artículo dentro de poco hablando de la revolución en el tratamiento de esta enfermedad«. Es una estimación del futuro, una especulación. Más o menos razonada en los indicios del presente, pero puede ser totalmente equivocada. En los próximos años puede aparecer una combinación sorprendente de nutrientes que mejore drásticamente el pronóstico de la enfermedad. Quizás no es lo más plausible por lo que sabemos ahora de la enfermedad, pero todavía hay mucho que no sabemos, no podemos descartarlo. Si alguien tiene puestas grandes esperanzas en esta vía de investigación, ni pretendo ni puedo argumentar en contra. Su opinión y la mía (más pesimista, me temo) son estimaciones de un futuro, no un análisis de las pruebas del presente.

Opiniones contra pruebas

Pues bien, a pesar de todo, las conversaciones se atascaban en este punto. Tras los dos últimos artículos, los argumentos seguían versando sobre opiniones y distintos «criterios». La realidad no se pliega a un criterio personal. Reticare reclama que sus filtros protegen a la retina y dicen ampararse en pruebas científicas, y eso es directamente mentira. Si alguien quiere argumentar otra cosa, que aporte las pruebas. Yo ya he realizado un repaso bibliográfico, y la hipótesis sigue sin demostrase, acumulándose bastantes indicios en contra.

¿Este post convencerá a los defensores a ultranza del reticare a adaptarse a un discurso más racional? Evidentemente no, pero igual sirve a los que asisten a este debate y pueden dudar si ambas partes tienen argumentos parecidos, a deducir lo que es un argumento racional y lo que no lo es.

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14 Comments

  1. Divulgoptom
    22 enero, 2014

    Gracias por el artículo ocularis!! Muy interesante!!

    Responder
  2. Arantza
    24 enero, 2014

    Buenos días:
    Parece claro a tenor de todo lo escrito hasta ahora que no existe evidencia científica que demuestre que la luz, a la intensidad habitual, sea nociva para la retina. Pero, analizando los mismos artículos, ¿se puede demostrar que «no» es nociva? Es decir, si lo llevamos a la práctica ¿quiere decir que no es necesario el uso de gafas de sol salvo por comodidad o estética? y por tanto ¿daría igual llevar gafas de sol de óptica que de mercadillo? Y esto ¿aplicaría también para ojos con distrofia retiniana?
    Muchísimas gracias !!

    Responder
    1. Ocularis
      28 enero, 2014

      Me temo que ese argumento cae en la falacia del llamado argumento ad ignorantiam. La carga de la prueba siempre debe recaer el que intenta demostrar la existencia de algo, y más siguiendo el método científico. Ya que como concepto, no se puede demostrar de forma absoluta la «no existencia» de algo.
      Yendo al ámbito práctico, no se pueda hablar en general de algo «nocivo» o «tóxico» sin poder centrar o identificar una lesión o una enfermedad. Si estamos considerando un posible agente nocivo pero no podemos relacionarlo con ningún daño concreto, es hablar por hablar. Sabemos que:
      – Exposiciones intensas a luz natural (esquí, alta montaña, eclipses) pueden producir una lesión en la retina: maculopatía por radiación, que aparece como muy tarde a las pocas horas.
      – Existen enfermedades crónicas de la retina. Salvo casos muy concretos y raros que sí se relacionan con la radiación solar (como la xerodermia pigmentosa), para el resto de enfermedades no se ha demostrado relación con la exposición lumínica.
      – Dadas las grandes diferencias en la exposición según la localización geográfica y los hábitos de vida, es fácil que una enfermedad relacionada con la exposición lumínica «de la cara» en los estudios epidemiológicos. La ausencia de esta evidencia hace altamente improbable que dicha relación exista.

      Responder
  3. jj
    27 enero, 2014

    Extracto del artículo «Cinco desconocidos inventos españoles para la vida cotidiana. http://bit.ly/1jAD1qI

    Lentes CSR: contra la luz nociva

    Pese a su importancia, sus inventos tienen todavía una visibilidad limitada. En 2009, Celia Sánchez-Ramos, que dirige un laboratorio en la facultad de Óptica de la Universidad Complutense, donde ha desarrollado todas sus investigaciones, e incluso ha lanzado una spin off, fue considerada la mejor inventora del mundo por la Organización Mundial de Patentes y Marcas. Su invención, protegida por una patente global, consiste en un filtro para la vista, de nombre CSR, que atenúa el efecto nocivo de la luz sobre nuestros ojos.

    Con la vocación de crear una nueva generación de lentes, en la actualidad el sistema ya está en el mercado: de momento se comercializa a través de diferentes modelos de gafas que bloquean la luz dañina. La científica española también ha lanzado recientemente Reticare, un sistema para proteger la vista de la luz de smartphones y tabletas.

    Leer más: Cinco desconocidos inventos españoles para la vida cotidiana – Noticias de Tecnología http://bit.ly/L1zpPk

    Son muchos los incautos que caerán con este tipo de propaganda.

    Responder
  4. Francisco
    27 enero, 2014

    Interesante artículo. Gran aportación.

    Responder
    1. Ocularis
      28 enero, 2014

      Gracias.

      Responder
  5. Mar
    12 noviembre, 2014

    Hola!

    En primer lugar darle la enhorabuena por el blog, lo llevo siguiendo años ya, y no me canso de consultarlo. Soy Optometrista, aunque trabajo en clínica y ya estoy un poco fuera de la venta de lentes. Me han consultado bastante últimamente sobre el tema de los filtros para la luz UV y azul, tanto en el formato Reticare como en lentes oftálmicas: en este enlace se habla de estos filtros (http://bolduoptic.blogspot.com.es/2013/07/filtros-csr-crizal-prevencia-hoya-blue.html). Se apoyan en la misma teoría de la fototoxicidad retiniana, por lo que, si no me equivoco, todo lo que ha hablado en esta serie de artículos, y los de las LIOS amarillas, sería extensible. Si es así, no entiendo como de un invento de pacotilla puedan salir 3 más…

    Gracias y un saludo!

    Responder
    1. Ocularis
      3 diciembre, 2014

      Efectivamente, es más de lo mismo. El por qué pueden salir tantos productos de una mentira como ésta: marketing, interés comercial y falta de regulación estatal.

      Responder
  6. Ricardo
    5 marzo, 2015

    También hay estudios que demuestran que la luz puede causar daños en tejidos oculares.
    http://www.mapfre.com/fundacion/html/revistas/seguridad/n128/es/articulo3.html

    Responder
    1. Ocularis
      15 marzo, 2015

      Te recomiendo leer los artículos anteriores de la serie. La luz en exceso puede dañar la retina, de la misma manera que el agua, el oxígeno y los nutrientes nos pueden matar, si son excesivos.

      Responder
  7. […] Lo que hay que hacer es ir a dormir si ya es hora, no ponernos unas gafas naranjas o amarillas (o poner un plástico amarillo al móvil) y con eso pensar que estamos haciendo algo bueno para nuestra […]

    Responder
  8. […] Sí, “radiación” de alta intensidad, rica en ultravioleta y azules. De eso nos quieren proteger con filtros, y nos venden gafas de sol infantiles para que los niños no “sufran” las […]

    Responder
  9. […] ese motivo, se promueve el uso de filtros, y gafas de sol infantiles para que los niños no sufran las consecuencias. Pero lo cierto es que […]

    Responder
  10. Fanecades
    12 diciembre, 2021

    Genial artículo. Gracias por compartir!

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