Érase una vez el sistema visual: 2 – La entrevista

Érase una vez el sistema visual 2

Continuamos con el segundo capítulo del relato corto. Aquí tienes el episodio anterior:

Érase una vez el sistema visual 2

2 – La entrevista

  • Siéntate, por favor – Den le indicó con la mano una de las dos sillas que estaban en el despacho.

Ray paseó distraídamente la mirada por el pequeño despacho mientras tomaba asiento. Funcional, discretamente minimalista, no estaban las típicas fotografías de familia o amigos, ni de títulos de cargos o funciones. Estanterías ordenadas con libros y archivadores, no demasiado abarrotadas. El aspecto de la habitación era ordenado, al igual que el escritorio: tan solo una pequeña pila de carpetas a un lado, y la pantalla del ordenador con el teclado al otro.

  • El último año, por fin – le dijo Den, mirándola a los ojos, con media sonrisa en la cara.
  • Sí, y puede que la última rotación – replicó Ray, que no podía evitar sonreír a su vez. La sonrisa del tutor parecía sincera, y realmente era contagiosa.

Al examinar su rostro más minuciosamente, el profesor le seguía pareciendo bastante joven. De hecho, Den no parecía mucho mayor que ella. Ray no conocía exactamente los entresijos de las promociones internas y los puestos entre el personal docente. Sabía que ser tutor de último año y en un lugar tan prestigioso como el centro de motilidad ocular debía ser difícil. Había que reunir muchos méritos, lo que en la práctica suele significar acumular cierta edad. Los que son docentes “de carrera”, a tiempo completo desde el inicio, suelen tener más opciones de promoción interna, pero llegan más despacio a los puestos más prestigiosos. Aquellos que acceden a la docencia desde la parte operativa (es decir, después de trabajar de analistas neuronales) pueden optar a puestos codiciados de profesor de prácticas sin esperar promociones, con tal de que tengan un buen prestigio en su trabajo. Es difícil que los mejores analistas se dediquen a la enseñanza, pero los que hay reciben facilidades. Ray se preguntaba cuál había sido el recorrido profesional de Den para estar ahí.

  • Bien, Ray, cuéntame en qué te puedo ayudar – Den se apoyó en el respaldo de la silla y mientras miraba a los ojos a la estudiante.

Sin dejar de sonreír y con mirada atenta, el profesor cedía la palabra a Ray. Esto la desconcertó momentáneamente. Lo habitual es que el tutor dirigiera la entrevista, por lo menos al principio. Habitualmente los tutores consultaban el historial del estudiante, le preguntaban sobre prácticas anteriores, sobre sus gustos y preferencias. Había algunos que se basaban tanto en el expediente del estudiante que la entrevista era un mero trámite: no despegaban los ojos de la pantalla del ordenador, y procuraban quedarse con el que tuviera mejor expediente. Eso realmente le había venido bien a Ray en el pasado, ya que sus calificaciones eran muy buenas, pero no le gustaba cuando había conseguido así sus rotaciones. Prefería que la eligieran a ella después de conocerla un poco, no sólo por su currículum. De hecho, había renunciado a prácticas que podían ser buenas cuando el profesor apenas le había dirigido la mirada en la entrevista.

Por otra parte había también tutores que no miraban el expediente del alumno, y basaban su decisión en las impresiones que sacaban de éste en la entrevista. Por una parte, eso permitía que ambos se conocieran un poco antes de decidir mutuamente si realizar juntos el periodo de prácticas. Por otra parte, no interesarse, aunque sea mínimamente, por lo que ha hecho antes el alumno, hace que parezca que el profesor no se prepara las entrevistas y que deja demasiado al azar.

Den no había mirado la pantalla del ordenador en ningún momento desde que habían entrado al despacho. Puede que este profesor fuera de los que no se mira el expediente; Ray tenía que averiguarlo. Él tampoco había tomado la iniciativa en la conversación, como solía ser lo habitual y casi una norma no escrita. Más bien quería dejar que hablara ella, para establecer sus propias conclusiones. De alguna manera, Den le estaba lanzando un guante, era como un juego de saltarse las maneras habituales.

  • Claro, profesor. Me podría ayudar explicándome cómo le puedo convencer para que me elija a mí para las prácticas. – Si antes Den pretendía desconcertarla cediéndole la palabra tan pronto, Ray llevaba el juego más allá con una pregunta directa, tan directa que no se realizaba nunca. Eso produjo una carcajada en su interlocutor.
  • Llámame Den, por favor, y tutéame – sin dejar de sonreír, el profesor continuó -. ¿Vamos al grano, entonces? Pues necesito hacerme a la idea cómo eres, cuáles son tus aptitudes, para saber si encajas en el centro oculomotor cortical.
  • ¿Qué quieres saber de mí para conocerme? – Ray se mostraba tranquila. Por su parte, Den se tomó un momento antes de contestar -.
  • Después de la de hoy, ¿cuáles son las otras entrevistas que tienes planeadas los próximos días?. ¿A qué otros lugares piensas solicitar rotación?

Ahora Ray sí estaba desconcertada. En este punto de la entrevista era cuando el alumno demostraba sus conocimientos del lugar donde quería rotar, cómo sus puntos fuertes encajaban en el perfil del analista del área en cuestión. Sin embargo Den estaba interesado en las otras alternativas. En los otros sitios donde también querría ir. Una pregunta extraña, incluso incómoda. Es pedirle al estudiante que destaque los puntos fuertes de las áreas donde el tutor no la llevaría.

  • El centro de control del músculo tensor del tímpano – mintió Ray -. Me parece muy interesante cómo se controla la amplitud de sonido de forma tan precisa y rápida en función de las información auditiva – según acabó la frase, se arrepintió de haberla dicho. De alguna manera se estaba dejando llevar por el juego, pero no quería que Den llevara siempre la iniciativa. Con esta “mentirijilla” ella daba un paso más allá, y estaba evaluando y conociendo a Den, y no al revés. Sin embargo, no lo conocía lo suficiente, y si luego él se daba cuenta que le había mentido, el profesor se lo podía tomar a mal y traer consecuencias.
  • No, no es cierto – Den negó inmediatamente. Sin embargo no parecía molesto -. Nunca te has interesado por las aferencias acústicas, tu rotación en sensorialidad ha sido exclusivamente en el área visual. Si quieres buscar una rotación en las eferencias motoras ligadas a información sensorial, tiene que ser obligatoriamente también en eferencias visuales. La duda es si te interesan otros sistemas eferentes más ligados al consciente. Has estado mucho tiempo en la corteza prefrontal, y tus antiguos tutores dicen que allí te desenvolvías como pez en el agua. ¿Quizás vas a buscar algo en el sistema límbico, asociando a las emociones?. ¿O quizás buscas algo también en el área visual? Las eferencias visuales se extienden por muchos territorios: mesencéfalo, protuberancia, cerebelo, núcleos oculomotores …

Punto para Den. No solo no se había molestado por la mentirijilla, sino que mostraba sus cartas delante de Ray. Estaba claro que se había estudiado su expediente y lo conocía bien. No pudo evitar sentirse impresionada, y hasta un poco halagada.

  • Cierto – concedió Ray -. Esta tarde intentaré concertar una cita para mañana para la tutora del centro de acomodación. Para el resto de la semana, creo que buscaré entrevistarme con los tutores del centro de fusión visual y micromovimientos oculares.
  • Los cuatro centros superiores del sistema visual – Den, pensativo, hizo una pausa, considerando las elecciones de Ray -. No te interesa el resto de la red neurológica implicada en las eferencias visuales, quieres estar en los “centros de mando”, en el propio diseño de los movimientos. Bien …, es una idea ambiciosa, pero una persona con tu currículum podría dar la talla. Está claro que tu experiencia en el lóbulo occipital, recibiendo la información visual, te gustó y quieres trabajar con ello. Pero estás apostando todo a la visión, sin diversificar. ¿Qué esperas encontrar aquí de especial?. ¿Qué más te llama de la motricidad ocular?
  • La velocidad de trabajo, y la precisión. Tengo entendido que son los movimientos más rápidos y precisos de todo el cuerpo humano.
  • ¿Y eso no puede llegar a ser estresante?
  • No me asusta trabajar a buen ritmo. Sin embargo, me preocupa acabar en un trabajo de análisis monótono que no me supusiera ningún reto.
  • Toda una declaración de intenciones. Si al final rotaras en el centro oculomotor cortical, ¿qué es lo que temes que podría decepcionarte?
  • Buena pregunta … – musitó casi para sí. Ray meditó un poco la respuesta antes de contestar -. Que la elaboración de movimientos sea demasiado simple. Al fin y al cabo son pocos músculos implicados, que trabajan muy aislados entre sí. No se trata de músculos relacionados en grupos de trabajo que se mueven conjuntamente para elaborar movimientos complejos. Cuando estuve de prácticas viendo los movimientos sofisticados del miembro superior, con la participación de tantas articulaciones y grupos musculares, me pareció algo enormemente creativo. Tengo miedo que en comparación los movimientos del ojo sean demasiado simples y me terminen cansando.
  • Si esa es tu preocupación, no creo que acabes decepcionada – tras una enigmática mirada, Den hizo una pausa y se incorporó -. Bien, Ray, ha sido un placer hablar contigo – dijo el profesor mientras la acompañaba a la puerta -. Creo que nos veremos pronto.
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3 Comments

  1. Carlos
    21 noviembre, 2017

    Gracias por estos post, me gustó el cambio a «Érase una vez..»

    Responder
    1. Ocularis
      28 noviembre, 2017

      Me alegro. Es un pequeño experimento, hacer relatos para explicar temas que en sí son complejos. Un saludo.

      Responder

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