Las trampas del empirismo

Un título algo rebuscado e indudablemente ambiguo, sí. Espero que a lo largo del artículo consiga explicar a qué me refiero.

La medicina en la actualidad es (o pretende ser) empirista. Muy empirista. Eso significa que las técnicas y tratamientos que se utilizan tienen que tener haber demostrado su eficacia. Es condición necesaria demostrar en pacientes que el método funciona, no es suficiente conocer el mecanismo de acción teórico. Pero (y aquí surge el problema) también es condición suficiente; eso quiere decir que si su eficacia práctica está suficientemente demostrada, podremos aplicarla legítimamente, incluso aunque no sepamos cómo o por qué funciona.

Esta última manera de hacer las cosas no es la más deseable, por supuesto. La rutina del método científico es al revés: a partir de observaciones de la realidad, formulamos hipótesis que luego se convierten en teorías/leyes. Una vez tenemos un modelo válido y consistente de diversos sistemas del cuerpo humano y sus enfermedades, surge la idea: una forma en la que podemos diagnosticar o tratar la enfermedad. Esa idea teórica la materializamos en forma de ensayo experimental, y luego en forma de ensayo clínico. Esta experimentación refrenda, modifica o contradice la idea teórica previa. Si todo va bien, obtenemos un método diagnóstico o un tratamiento que sabemos que funciona, y además sabemos cómo funciona.

Pero a veces las cosas no van así. A finales del siglo XVIII se descubrió que para algunos pacientes con problemas de corazón, un preparado de una planta llamada digital (Digitalis purpurea) les iba bien. Los conocimientos sobre el funcionamiento del corazón en aquella época eran bastante pobres, al igual que las enfermedades cardiacas. A falta de un modelo válido sobre la fisiología cardiaca, la observación empírica (los pacientes enfermos mejoran con digital) no pudo generar una hipótesis de trabajo. Vamos, que la planta funcionaba pero no se sabía por qué. Pero no ibamos a esperar décadas enteras a que la medicina avanzara lo suficiente como para explicar por qué funcionaba, así que se empezó a utilizar como tratamiento.

Hoy tenemos conocimientos de cómo se transmite el ritmo cardiaco, y los factores que los modifican. Sabemos exactamente cuáles son los principios activos de la digital y cómo funcionan en el corazón. También sabemos los efectos adversos, de forma que podemos prevenir mejor las intoxicaciones. Actualmente, uno de los tratamientos básicos de la insuficiencia cardiaca es la digoxina y otros digitálicos (compuestos derivados de la digital). Al prescribir pastillas, sabemos exactamente qué dosis de digoxina estamos prescribiendo, de forma que obtenemos mayor beneficio y prevenimos mejor la intoxicación. Sin duda, mejor que mandar una infusión de digital. Así, conocer el mecanismo de funcionamiento hace que seamos más eficaces y seguros. En el siglo XVIII y XIX no contaban con esa ventaja, pero frente a la perspectiva de no hacer nada, algo de beneficio obtenemos al utilizar directamente la infusión de la planta.

Hasta aquí todo bien. El problema es el mal uso que podemos usar de esa vía («no sabemos cómo funciona, pero lo utilizamos porque funciona») que debería ser minoritaria. ¿Cuáles son las circunsancias más frecuentes en las que nos solemos encontrar este mal uso del mal llamado «empirismo»?

  • En la mayor parte de lo que se viene a llamar «medicinas alternativas». Dado que no tienen un modelo válido ni demostrable (lo de las «energías que fluyen» y demás pseudoexplicaciones no dejan de ser una mera fantasía), se escudan en que sus «tratamientos» funcionan. Es decir, que algunos pacientes que siguen ese tratamiento lo valoran positivamente.
  • De forma más inocente, los pacientes relacionan sucesos coincidentes en el tiempo con el desencadenamiento, empeoramiento o mejoría de la enfermedad. Por ejemplo, al probar cierto remedio luego mejoran, llegan a la conclusión de que el remedio es eficaz.

Y es que hacer ciencia (o por lo menos llegar a conclusiones empíricamente aceptables) con un sistema tan complejo, multifactorial y difícil de medir como el cuerpo humano, es ciertamente complicado. Voy a enumerar las limitaciones más comunes que tenemos para sacar experiencias válidas sobre el cuerpo y sus enfermedades:

  • Las enfermedades son procesos variables en el tiempo. Mejoran y empeoran, muchas veces por factores que no conocemos y no podemos registrar. Una mejoría que coincide en el tiempo con un suceso no implica relación causa-efecto. No podemos volver atrás en el tiempo para repetir el experimento sin el suceso, y tampoco podemos repetir exactamente el experimento porque hay multitud de factores que no conocemos y no podemos reproducir.
  • Los parámetros subjetivos tienen poco peso para dar una experiencia como válida. Una mejoría del estado general, del dolor, del cansancio, etc, no es fácil de cuantificar. Tenemos que intentar utilizar siempre medidas objetivas. El estado mental en un momento dado influye mucho en cualquier valoración subjetiva.
  • Hay que contar con el efecto placebo. Una predisposición mental favorable podría mejorar incluso objetivamente el curso de una enfermedad. Pero el mérito no es del supuesto tratamiento, sino de nuestra propia mente.
  • Una respuesta individual o de un colectivo demasiado pequeño nos ofrece conclusiones débiles. Tampoco sirven las impresiones que recoge un terapeuta después de recoger a varios pacientes tratados. Siempre necesitamos un número suficiente de personas, y siempre hay que comparar con un grupo de referencia.

 

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9 Comments

  1. Manuel
    2 abril, 2007

    Planteas algo muy interesante en este artículo.

    Yo personalmente creo, que el método científico sirve para estudiar
    las cosas objetivamente, por eso, es útil en la medida que un área de
    conocimiento se presta a ser estudiado con objetividad. Por eso es más
    sencillo y directo de aplicar a las ciencias naturales que a las
    sociales por ejemplo. Para las matemáticas es totalmente directo pero no sirve de mucho (o nada) para la interpretación de la literatura por ejemplo. En la medida que algo es interpretativo, es subjetivo.

    Y claro, los cuerpos humanos no se pueden separar, de los seres
    pensantes, sensibles, creativos y neuróticos que somos. Ahí creo yo
    que está la limitación.
    Creo que está más que comprobado el efecto sobre el sistema
    inmunológico que tiene el estado emocional. Y otras muchas cosas
    interesantes. De ahí se puede tirar del hilo y conocer muchas cosas,
    pero que no «son científicas» (aunque etimológicamente ciencia
    significa saber o conocer).

    Lo empírico es «probar la realidad» ¿Es objetivo? Depende de cada caso
    de experimento

    Hoy en día se manipula a veces con la suposición de ser algo o no
    científico, en ciertos contextos se rechazan conocimientos por no
    venir de la ortodoxia científica, y decir «esto es científico» o «esto
    no es» puede ser una forma moderna de mitología.

    Yo creo que cada época, con su nivel de conocimiento, tendrá sus
    trampas, como esta del empirismo en la medicina.

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  2. Ocularis
    2 abril, 2007

    Comentas:

    [..] De ahí se puede tirar del hilo y conocer muchas cosas, pero que no «son científicas»

    Existen numerosas disciplinas racionales que no están dentro del marco de lo que hoy entendemos por ciencia. Las «ciencias» políticas o las sociales, por poner un ejemplo, no son ciencias según el significado moderno. Estas áreas del saber son conocimientos, pero de un tipo diferente al de las ciencias. Ni mejor ni peor, simplemente diferente. Pero al entrar dentro del mundo subjetivo, admitimos obligatoriamente discrepancias que son difíciles de solucionar. No hay un método definitivo para solucionar dichas discrepancias, por lo que es difícil asegurar que unos razonamientos son más válidos que otros.
    Esto se hace más patente en las disciplinas no científicas que pretenden estudiar la realidad, ya que es difícil avanzar en este conocimiento. Los puntos de vista diferentes no se solucionan entre sí. Así, las áreas que han avanzado en conocimientos son las que han intentado imitar en lo posible el método científico, intentando hacer mediciones, experimentando, etc.
    Si suponemos un área que no pretende estudiar la realidad, sino que su orientación es la creatividad, no hay traba alguna. Por ejemplo, la música: ha evolucionado y avanzado a lo largo de los siglos, cimentándose en los conocimientos anteriores. Pero no estudia la naturaleza; es un esfuerzo de creación.

    Así, decir que «esto no es científico» significa que no es un conocimiento tan sólido como el científico. Y en ese sentido, estoy de acuerdo. En una época donde se han derribado muchos dogmas, la ciencia se mantiene para muchos como lo más fiable sobre lo que nos podemos apoyar. Así, comentas que «en ciertos contextos se rechazan conocimientos por no venir de la ortodoxia científica». Y están en su derecho de rechazarlo. Un conocimiento te lo tienen que demostrar para que lo aceptes al margen de tus preferencias. Si no es científico, o partes de los mismos supuestos que el otro, o haces un ejercicio de fe.

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  3. Manuel
    4 abril, 2007

    Me refería a que decir «esto no es científico», «esto es», se convierte en un abuso del lenguaje con frecuencia. Por ejemplo en la publicidad se afirman cosas, tal resultado de tal laboratorio, o simplemente se muestran infografías de moléculas sobre lo que actúa lo que se nos vende, y esto es como darle una capa de pintura, de científico. Son ejemplos. O puede ser una noticia en un peridico, sobre un experimento, pero que no está contrastada. El caso es que por la apariencia de científico, estamos en el terreno de la creencia sin base, y a eso me refiero como forma moderna de mitología.

    Por otro lado sobre que las ciencias sociales no son ciencias no estoy tan seguro. Yo era de ciencias, y estudié una carrera técnica, pero luego me regalé un año matriculado de Humanidades porque me apetecía. Me sorprendió enormemente lo científica que es hoy la arqueología, donde casi todo el estudio se hace desde lo objetivo, solo al final de todo, tienen que ponerse a interpretar, pero cuando hay mucha base objetiva, mucha mucha información conseguida tras años de trabajo, o quizá también al principio, cuando se toma la decisión de si merece la pena excavar en un sitio concreto (hipótesis), y tiene todo un proceso. Los historiadores de hoy en día, me parecen científicos, cuando explican, por ejemplo que la arqueología es una fuente mucho más fiable que la escritura, ejemplo sencillo, si dentro de 500 años se hiciera un estudio sobre nuestra política, las conclusiones serían muy diferentes si se usara «El País» o se cogiera «El Mundo», mientras que lo que podamos sacar por arqueología es mucho más objetivo.

    También tuve una asignatura de filosofía, que en lugar de explicar el mito como algo superado, anticuado, o arbitrario, conocimiento no válido, se expone como una forma de pensamiento mucho más general, actual, y necesaria para la ciencia que sería una forma de aquel (de mirar con objetividad) pero que si solo nos vale el conocimiento obtenido de esa manera, o decimos que lo demás no es tan válido (porque no tenemos referencias claras de otra forma), estamos limitándonos. Y creo que en ciertos contextos, hay una tendencia a rechazar o despreciar conocimientos que no siguen ese método científico, se rechazan porque no se entienden realmente, no se conoce, y al «no ser científico» pues «no es válido».

    La historia nos enseña que vamos evolucionando, y cada época, con su nivel de pensamiento, o de concienca, tiene sus trampas, y creo que el desprecio que se suele hacer acerca de lo que no viene de la «ortodoxia científica», es una de trampa más, como esa otra «del empirismo» de la que hablas en el articulo. Si minusvaloras esos otros conocimientos que no te has parado nunca a examinar seriamente, estás cayendo en esa trampa, según mi comprensión.

    Responder
  4. Ocularis
    5 abril, 2007

    El abuso que se hace de las imágenes de moléculas, noticias en los periódicos, etc, los realizan aquellos que no son científicos. En la sociedad sigue teniendo gran fuerza el «pensamiento mágico», del que he hablado en artículos previos. El que la ciencia parezca estar de moda, no quiere decir que realmente el pensamiento científico lo esté. Lo que «parece ciencia» tiene un aura de prestigio y respeto (que creo que la ciencia de verdad se ha ganado justamente), y en esta sociedad donde la gran masa poblacional tiene el poder (económico y político), eso importa. Hacer marketing en un producto, manipular tendencias y esperanzas, vender noticias, montar una campaña electoral, ….. ; todo ello pasa por convencer a la gente. Y para ello intentaremos respaldarnos o imitar aquello que respete la población. La ciencia, como concepto, tiene cierto grado de consideración. Pero como ya digo, no es ciencia todo lo que parece.

    Pero esta manipulación no la hacen los científicos. Por definición, un científico es una persona muy prudente en hacer aseveraciones. No, todo este tinglado lo montan los que sacan provecho de la buena imagen de la ciencia.

    En cuanto a las «ciencias sociales», tampoco creo que sea una cuestión de opinión, sino de lo que es método científico o no lo es. En mi anterior comentario decía: «Así, las áreas que han avanzado en conocimientos son las que han intentado imitar en lo posible el método científico», que es lo que tú comentas. La arqueología será más objetiva y sus conocimientos serán más válidos en cuanto aproveche los conocimientos de la geología, que sí es una ciencia. De igual manera que las ciencias aplicadas se apoyan en las ciencias básicas, otras disciplinas no propiamente científicas se apoyan en ciencias, y cuanto más se apoyen en estas, más «científicas» son, evidentemente.

    Así, el razonamiento erróneo que indicas de que «el conocimiento científico no es válido», no lo hacen los científicos, sino aquellas personas que, con un pensamiento mágico, atribuyen a la ciencia la categoría de dogma y al resto como meras opiniones. Esquematizando, podríamos decir que:
    – Existe una verdad (discutir su existencia entra ya dentro de la filosofía; de momento admitámoslo así)
    – Muchas disciplinas o discursos tratan de acercarse a esa verdad
    – Las disciplinas, cuanto más racionales son, más posibilidades tienen de acercarse a la verdad
    – Las ciencias, por su propio método, son las que ofrecen resultados más válidos. Su certeza es la mayor que podemos obtener. Por contra, la forma objetiva que necesitamos para trabajar con los datos, limitan su ámbito
    – Por fuera del ámbito de las ciencias, hay disciplinas no científicas pero racionales que también intentan explicar la realidad. El grado de certeza que alcanzamos es a priori menos que el de las ciencias. Eso no quiere decir que una teoría no científica pueda ser cierta y una científica estar equivocada.
    – Por último existen áreas poco racionales, que entran ya en el terreno de las meras opiniones, que tienen un grado de certeza (aproximación a la verdad) muy bajo.

    Ha habido diferentes estilos de pensar a lo largo de las épocas, pero hace más de 2.500 años que apareció de forma más o menos «reglamentada» el pensamiento científico. Y previamente hubo impresionantes logros en arquitectura y medicina gracias a observaciones y empirismos realizados de forma muy racional. A lo largo de los siglos, los avances en muchas artes (principalmente arquitectura y música), en ingeniería (tecnología), arquitectura y medicina, se han debido a los avances científicos (aunque las ciencias no tuvieran la denominación y la sistematización moderna). Por tanto, las mejoras técnicas que son las que principalmente nos separan del hombre antiguo se deben sobre todo a la ciencia. Claro, la aplicación no siempre es buena: avanzamos en hacernos la vida más cómoda y en inventar formas de matarnos entre nosotros. Pero en general avanzamos hacia adelante.

    Yo no minusvalorado ningún conocimiento que se salga de la «ortodoxia científica», simplemente pongo en su posición cada disciplina. Las ciencias tienen mayor grado de certeza en sus conclusiones, simplemente.

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  5. Manuel
    8 abril, 2007

    [..]La arqueología será más objetiva y sus conocimientos serán más válidos en cuanto aproveche los conocimientos de la geología, que sí es una ciencia

    Se llama «Arqueología experimental» (por lo de ciencias experimentales), la parte de la arqueología que se apoya en la biología y la química. La geología también pero tiene mucha menos importancia. Pero yo lo que digo, es que son ciencias de por sí, hoy día la historia y la arqueología, por método. Al menos se de algunos que lo ven así, y a mi me lo pareció (y me sorprendía) cuando estudié, pero no se mucho del tema. No es que las ciencias sociales solo se apoyen sino que ya lo son, decía yo. Pero al ser «sociales», y entrar más terreno para la subjetividad, cuesta más.

    Al hilo de esto anoche le preguntaba a mi hermano, que es sociólogo, si la sociología es una ciencia hoy día. Me contestaba que unos dicen que lo es, otros que no, según qué autor o investigador, y tal. Como le insistía en que se mojara con una opinión suya, me dijo, en cuanto a método hoy día sí lo es, es una ciencia, pero no se puede comparar con las ciencias experimentales en la experiencia y tradición que tienen, están saliendo metodologías ahora que aún no se saben si servirán, cuesta tomar distancia y no emitir opiniones propias, subjetivas. «Una ciencia joven», me dijo él.

    Tampoco decía yo que los científicos manipularan, sé que los científicos de verdad son tremendamente prudentes y rigurosos. Hablaba de lo mismo que has explicado tú, que se puede abusar y ser un poco mítico, que esa es otra de las trampas, quizá no para los científicos sino para la sociedad en general. Quizá no me expresé bien.

    Tampoco digo que tú personalmente minusvalores, sino que creo que hay esa tendencia, a poner por debajo. Y yo creo que es una trampa, por el límite de aplicación del método científico, que es, en mi opinión, el estudio objetivo. Hya conocimientos para los que el método científico sirve de poco, y no por ello dejan de ser válidos. Ocurre por ejemplo en la psicología. En muchas universidades se desprecian técnicas gestálticas, por ejemplo, porque son muy interpretativas (y por tanto subjetivas) y otras conocimientos que sirven de mapas de la mente y que se aplican con éxito. Como no siguen el método científico, no estudian objetivamente, no entran a conocerlas. Claro que el recien licenciado puede formarse luego aparte, y así hacen muchos. Lo que digo es que esa tendencia es otra trampa.

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  6. Ocularis
    9 abril, 2007

    La tendencia de «poner por debajo» a las disciplinas no científica existe en algunos ámbitos, sin duda, y no es positivo en el sentido de que significa negarse a «disfrutar» de la historia o el arte, por ejemplo. El método científico ha impregnado de manera positiva otras disciplinas no estrictamente científicas, y el resultado es, a mi entender, positivo. Así, cuanto más próximo al método científico estemos, más seguridad podemos tener en las conclusiones.
    En cuanto a dónde poner la línea de separación entre lo que es ciencia o lo que no, cada uno puede decidir lo que quiera, pero siempre es interesante unificar definiciones para que cuando hablamos nos refiramos a lo mismo. Tal como están las cosas ahora, se llama ciencia a lo que sigue (o pretende seguir) el método científico sin ningún tipo de subjetividad. La ventaja es que al menos en teoría, el límite está claro. Si aceptamos a las disciplinas «mayoritariamente científicas», el límite ya no es claro.
    De esta manera, han surgido divisiones en algunas disciplinas, del tipo de la «psicología experimental», en donde algunos psicólogos se ponen estrictos en el método y renuncian a la subjetividad. Demarcan una diferencia clara con el resto de psicología para adquirir la categoría de ciencia.

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