El Proyecto Ocularis en Internet (II): lo objetivo y lo subjetivo

En la última parte del artículo anterior estuve hablando del contenido y el enfoque que doy al blog; principalmente divulgativo. Intercambiar información, dejando los comentarios y el correo electrónico abiertos a que la gente participe. Que la orientación sea divulgativa no significa que todos y cada uno de los artículos tengan un contenido exclusivamente médico. Sería un error pensar que el blog es meramente un compendio de «resúmenes» de textos oftalmológicos (de libros o revistas especializadas) explicados en un lenguaje más llano. A pesar de la fuerte carga de contenido científico, hay más.

Realizo nuevamente esta aclaración porque son varios los testimonios que he leído de personas que no lo consideran así, que encasillan demasiado mi blog. Se trata de comentarios y correos que he recibido, pero sobre todo voy a basarme en una serie de artículos que otro blog ha dedicado al mío. Juan, el autor, ha escrito recientemente cuatro artículos (uno, dos y tres y cuatro) a dar su visión sobre cómo ve mi bitácora.
Ya sólo porque le dedica cuatro artículos enteros es motivo suficiente para que hable del tema. Además, es una manera de dejar claro, a los que piensan que este blog está cerrado a opiniones, que se puede hablar y comentar tranquilamente conmigo, aunque tengamos puntos de vista diferentes. Si en el artículo anterior he enlazado y comentado webs que valoran positivamente mi proyecto, no tengo ningún problema con enlazar con los que lo critican.
Explicado por encima, el blog al que hago referencia está dedicado a las moscas flotantes que expliqué hace tiempo en un artículo antiguo. En dicho blog hay no pocas referencias al mío, y hay que decir que en general la valoración que realiza el autor (Juan) sobre mi bitácora es positiva en cuanto al contenido objetivo. En donde diferimos es en lo que rodea a la información en sí, en el concepto de objetividad y subjetividad. Creo que el autor me atribuye un dogmatismo que creo que no imprimo en mis artículos, y en otros artículos míos interpreta una serie de valoraciones personales que no doy.
Pero mejor vayamos organizadamente. En estas cuatro entradas hay mucho que comentar, y hoy nos referiremos a cómo se entiende (o no se entiende) la forma que tengo de enfocar la redacción de los artículos de mi blog. Para que sea más fácil de seguir, voy a ir copiando párrafos de los artículos de Juan para comentarlos.
En el primer artículo, en general estoy de acuerdo con el autor. Son muchos los comentarios particulares que recibo sobre las moscas volantes. Afortunadamente, ya no son la mayoría como era hace tiempo. A pesar de eso, parece que el autor entiende como que yo viviera un conflicto con tantos comentarios particulares. Al principio, hace dos años y medio, no lo entendía y escribí un par de artículos explicando mi postura para que la gente dejara de tomar el blog como una consulta médica. La verdad es que ya se ha convertido en una rutina borrar todos los días comentarios. Los que no son tan explícitamente concretos procuro contestar personalizadamente, en el blog o por e-mail. Pero no supone un conflicto para mí.
En el último párrafo dice:

Pero la desesperación tiene la virtud de la perseverancia: a un lado Ocularis, al otro muchos comentaristas, las faltas de entendimiento y los intereses encontrados acompañarán siempre a este blog. Son parte de su naturaleza, en la medida en que se ha atrevido a bajar a la arena, a internet, donde se desvanecen los límites socioculturales de la vida real.

Eso es cierto, pero sólo una parte, la parte del internauta que no admite la finalidad y normas de mi blog. Hay otra parte de comentaristas que sí entienden el proyecto, que colaboran, comentan, critican, etc. Esa es la parte que me interesa. Por suerte, los blogs tienen herramientas suficientes para que sólo viva conflictos el que quiera. Yo no.

Algunos que me escriben y ven que sus comentarios no se publican percibirán un conflicto. No lo hay, porque se necesitan dos partes enfrentadas para que exista realmente un conflicto. Y no es así.

Por otra parte, en este mismo artículo hay un párrafo que no entiendo bien:

Es en este apartado donde puede verse por donde van los tiros de gran parte de la audiencia que, movida por el terror que le provocan sus propios males, no desea tanto información como consuelo. La consecuencia es que, en la medida en que el blog cede a la polémica, se deturpa su finalidad original y se generan equívocos.

¿En qué medida mi blog ha cedido a la polémica?. La máxima de no contestar casos particulares la he seguido manteniendo, a mi entender sin cambios.

Pero volvamos al segundo artículo:

Pero frente a esto, creo que hay un aspecto que Ocularis no parece contabilizar: la propia ciencia, la Medicina a nivel institucional, también está impregnada por las ideologías, es decir, se ve afectada por el mundo de las opiniones (entre las cuales está todo lo relacionado con la ética). Para cualquier ciencia, la neutralidad es un desideratum, no una realidad de hecho, habida cuenta de que está desempeñada por seres humanos individuales, que no son ajenos a factores culturales y mutables, ni tampoco a las pulsiones emocionales.

No sé en qué texto que haya escrito yo se entiende que olvido los errores que ha ido cometiendo la ciencia. Quizás en que el autor coloca mi blog en una categoría demasiado «dogmática», que yo no pretendo. La comunidad médica han cometido muchos errores, sí, siempre que no han seguido el método científico. Hace año y medio escribí un artículo al respecto, en donde volvía la mirada hacia atrás para analizar la práctica médica de hace unas décadas. Y dejaba muy claro que, sin culpabilizar a los profesionales que lo hicieron lo mejor que supieron en sus circunstancias, me alegraba de que la medicina hubiera apostado definitivamente por el método científico. Tengo otros artículos que siguen hablando del tema: siempre que la medicina siga el método adecuado, sus conocimientos serán incompletos, pero no erróneos. O por lo menos, tenemos una idea del grado de incertidumbre, cómo de cierto es lo que pensamos.

¿Artículos divulgativos o de opinión?

Creo que es momento de entrar en el meollo de la cuestión. En el segundo artículo hay más materia que comentar.

Espero solamente que sea bueno en traducir a un nivel asequible los conocimientos sobre la facultad de ver; no los propios de Ocularis, sino los aceptados y contrastados por la Medicina. Pues es una ciencia que siempre me ha inspirado el máximo respeto y confianza, no obstante sus lógicas limitaciones.

En general ese es contenido que quiero dar a mis artículos. No opino o especulo sobre enfermedades. Intento hacer de mero «traductor» lo que que se admite científicamente.
Bien es cierto que no todos los artículos son así: en el apartado «medicina general» hablo sobre el empirismo, el método científico, sobre el pensamiento mágico, etc. Y el algunos artículos recientes, además de hablar de lo puramente ocular, intento animar a que la gente utilice el pensamiento crítico.
En el cuarto artículo, Juan utiliza la clasificación que aplica sobre mi blog para definir el suyo.

[…] porque se constituye como referente antagónico para mi blog, es decir, contribuye a la definición de mi postura, a la construcción de mi discurso (y de mi identidad) como reverso de la moneda. Así, las categorías valorativo, opinativo, subjetivo y particular se definen como consecuencia de las categorías informativo, científico, objetivo y universal.

A mi entender, encasilla demasiado mi proyecto. Bien es cierto que una gran parte de lo que escribo es de contenido científico y lo más objetivo posible. Pero el contenido que no cumple estos criterios no es ni mucho menos excepcional. Todas las entradas de la sección «personal» se alejan de la clasificación. Las de la sección «medicina general» incluyen análisis sobre diversos temas, de ámbito médico, pero no es pura información objetiva. Son reflexiones mías; y aunque las intento basar en mi experiencia, son opiniones. En la sección «Proyecto Ocularis», aunque normalmente suelen contener simples noticias o anuncios «internos», a veces hay disertaciones particulares. Además, en algunos artículos hablo del pensamiento crítico (éste es un ejemplo reciente, pero hay más), de historia, de negocios en torno a la salud visual, etc.
Creo que hay una confusión de conceptos. Una cosa es que en mi blog no se acepten casos particulares y que la temática (que se va delineando en gran parte por las preferencias de los internautas, no lo olvidemos) se decline hacia temas objetivos. Y otra muy diferente es que el blog no sea un lugar de opinión (tanto mía como de los que quieran escribir), valorativo, subjetivo, etc. Yo me he «mojado» en no pocos artículos, y las opiniones son, como siempre digo, bienvenidas.
Quizás sea una forma de «encerrarme en un rol», que es algo que sufrimos con frecuencia los médicos. Me intento explicar: en la relación médico-paciente, el paciente concede implícitamente al médico el peso del conocimiento objetivo de la enfermedad. Es decir, uno no discute los datos objetivos de la enfermedad, asume que el médico sabe más que el paciente. Por contrapartida, el médico concede al paciente las vivencias subjetivas de la enfermedad. Esto puede pasar desapercibido, pero es como trabajamos la mayoría de los facultativos. Si el paciente dice que le duele, o que sufre una incapacidad en el órgano afectado, partimos de que es así, incluso aunque vaya en contra de lo nuestros conocimientos o experiencia: preferimos equivocarnos por prudentes y dar siempre el primer voto de confianza al paciente.
En algunas ocasiones, el paciente quiere ir más allá y pretende relegar al médico como depositario sólo de información objetiva y puramente médica. Y el paciente, por el hecho de sufrir la enfermedad, se atribuye un conocimiento de la enfermedad, por lo menos en lo que no es fácilmente medible, superior al del médico (no sólo de sus vivencias particulares, sino de la enfermedad en general). En estas ocasiones olvidamos que el médico también es un ser humano, que reflexiona y medita sobre la enfermedad, que aunque muchas vivencias subjetivas no influyen en el proceso médico objetivo, sí le afectan en cuanto a ser humano. Y no es un ser humano «casual», que se encuentra con las experiencias por casualidad. Se dedica a ello, y ha compartido las vivencias de la enfermedad de muchos pacientes. Quiere ayudarles, empatiza con ellos, y por tanto con sus enfermedades. Entiende su sufrimiento, su ansiedad y sus incertidumbres. Por tanto, le afecta, y tantos testimonios de pacientes le obligan a una reflexión sobre la parte subjetiva de la enfermedad; no ya puramente médica, sino humana.
Eso no quiere decir que pueda adivinar o augurar como afecta subjetivamente la enfermedad a su paciente concreto. Decíamos que esa es atribución propia del paciente, ya que cada cual lo vive diferente. Pero cuando uno generaliza un poco, reflexiona sobre una enfermedad, por el hecho de ser médico no queda desautorizado a opinar del componente subjetivo. Al revés, su experiencia es amplia, por conocer las vivencias de muchos pacientes. Y si además el médico «es o ha sido paciente» de ese problema, tiene los dos puntos de vista.

En definitiva, creo que inconscientemente Juan me «encierra» en el rol objetivo. O puede ser que la confusión provenga por el concepto de lo que es «científico y objetivo». Juan plantea una perspectiva asimétrica entre el internauta que me escribe y yo. En su primer artículo dice:

Y medir en pie de igualdad a la medicina con las opiniones populares constituye un acto estéril, pues toda relación que se establezca entre ambas ha de ser por fuerza asimétrica. En este contexto, se entienden las continuas advertencias de su autor contra las consultas particulares y contra las especulaciones pseudocientíficas, a veces enormemente atrevidas

La relación no es asimétrica de principio, sólo lo es en la práctica. Me explico: nunca uso el argumento de autoridad, en plan: «esto es así porque soy oftalmólogo y sé más». Argumento el porqué de las cosas. Casi siempre ocurre que el razonamiento no es una línea deductiva o especulativa, sino directamente empírica: hablo de lo que está demostrado. Pero ante esas demostraciones estamos todos en pie de igualdad, por lo menos teórica: yo leo y aprendo de los que investigan. De igual manera, un internauta puede leer las fuentes y preguntar, aclarar o discutir. En la práctica, al dedicarme yo al tema tengo más fácil el acceso, la lectura y la interpretación. Pero toda opinión, aportación y objeción que parta de los principios del método científico los trato en igualdad de condiciones. No parto de que «yo sepa más».
De esta manera, en el tercer artículo Juan quiere ver una entrada mía (la que se titula relativizando las cosas) en la que me meto en el terreno de la opinión, y reclama una igualdad de condiciones en la discusión. Como ya he mencionado antes, dar opinión y hacer análisis y lecturas propias, fuera de lo puramente científico, lo he hecho en bastantes ocasiones, así que no me parece para nada una excepción el artículo al que Juan se refiere. Pero no creo que realmente tenga sentido reclamar una simetría en el trato, porque siempre lo presupongo. Y en la práctica, lo mismo que en el contenido puramente oftalmológico, las opiniones sobre esta materia tiende a ser diferente, porque la experiencia sobre la que comentar es diferente en ambos temas. En lo objetivo ya lo decíamos antes: un oftalmólogo está más acostumbrado a hablar sobre enfermedades de los ojos. Pero a la hora de opinar sobre las enfermedades, cómo afecta al paciente, cómo de invalidante es, cuánto sufrimiento produce, etc, los puntos de vista suelen salir asimétricos. Además de que los médicos también podemos padecer en nuestro organismo el problema (como es el caso del artículo), tenemos a muchos pacientes que lo padecen o han padecido. No conocemos la evolución de un caso o de unos pocos, sino de un gran número (en el caso de un padecimiento frecuente, pues casi a diario). Además, conocemos otras enfermedades de diferente gravedad y repercusión funcional.
Así, tenemos un punto de vista basado en una experiencia más amplia. ¿Eso significa que siempre tendremos razón?. En absoluto. Lo mismo que me puedo equivocar en un dato «científico» de la enfermedad, podemos equivocarnos en las reflexiones más humanas. Nos podemos equivocar siempre, como seres humanos que somos.

Mirando hacia adentro

A pesar de que he argumentado antes cómo se me puede encasillar, por ser médico, en el conocimiento objetivo y denegarme una opinión del componente subjetivo de una anomalía de salud, es un hecho que la mayoría de mis artículos son muy objetivos. Con lo cual, en justicia no puedo acusar a Juan de etiquetar cerradamente a mi blog. Sí que he escrito artículos menos científicos y más «de mi cosecha», donde me mojo más. Pero no son artículos muy polémicos, por lo que pasan desapercibidos. Una entrada se percibe más como opinión cuando hay puntos de vista diferentes. Cuando lo que se afirma se acepta por la mayoría, suena «muy lógico» y no se le etiqueta de «opinión».
El razonamiento sería: si en mi blog escribo relativamente pocos artículos de opinión, por lo menos pocos que sean polémicos, yo mismo me «encasillo» y no debería quejarme de que luego consideren mi blog como una bitácora casi estrictamente divulgativa.
Pero no es así. ¿Por qué no escribo más artículos de opinión?. Es mi blog, sí, pero ya decía antes cómo funciona la creación de artículos: la mayoría salen de la lista de artículos pendientes, y esa lista está configurada en su mayor parte por las sugerencias de los internautas. Por tanto, el blog es en cierta medida lo que quieren los internautas. Si no hay más artículos de opinión es fundamentalmente porque la gente no los pide.
Bien es cierto que si me interesara mucho un tema, lo escribo sin más, como he hecho en muchas ocasiones. Los que constituyen opiniones que pueden ser polémicas no son los que más me motivan a escribir. Más que nada porque ni siento un gran interés en dar a conocer mi punto de vista (no siento esa necesidad de hacer oír mis reflexiones subjetivas, digamos), ni creo que sirva mucho para convencer al que opina diferente. Cuando la parte emocional de uno se implica, es difícil que alguien te convenza de lo contrario con argumentos. Uno piensa así porque lo vive así. Y aunque esté equivocado y le den argumentos, va a seguir pensando de la misma manera.
Así que considero esos artículos «poco rentables», donde el internauta saca poco beneficio. El que opine como yo empatizará conmigo, sí, pero ya estaba convencido. Y el que opina diferente difícilmente cambiará de opinión después de leerme.
Un ejemplo de un artículo mío «pretendidamente» de opinión, que no siempre se ha entendido bien, es el de relativizando las cosas. Pero de eso hablaré en la siguiente entrada.

En cualquier caso, lo de escribir artículos más o menos subjetivos son preferencias personales que no son absolutas. Si alguien quiere conocer mi opinión y solicita un artículo en ese sentido, ¿por qué no voy a escribirlo?.

Cuando alguien se ha metido en el terreno de la opinión, suele ser en comentarios de artículos «objetivos», y concretando y particularizando en su caso. Por eso ahí no me meto:

  • El artículo no va de eso. Si es divulgación general, pues prefiero atenerme al tema. Así que prefiero evitar divagaciones para el internauta que sólo busca divulgación en el blog.
  • El comentarista suele exponer su opinión, y simplemente no la discuto. Cada cual es libre de opinar como quiera, no voy a criticar «gratuitamente» si el contexto no es el adecuado.
  • Por el hecho de exponer una vivencia personal, las posibilidades de discutir sobre ello son muy limitadas. Sobre un paciente que conozco en persona, que conozco su enfermedad, me resulta más fácil opinar. O sobre la generalidad de una enfermedad. Pero sobre un caso concreto, no.

El hecho de que no sea la forma adecuada hace que no me meta «en lo subjetivo» en diversos comentarios de artículos más «científicos». Pero aunque lo pueda parecer, no me niego en banda a escribir artículos que se salgan de lo científico. Ni mucho menos.

Por eso, de este malentendido, acepto sólo la responsabilidad en parte. Si no hay más artículos de opinión, es porque a la gente no le interesa y no me los pide.

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3 Comments

  1. Juan D.
    20 agosto, 2008

    Como se suele decir, «por alusiones»…

    La verdad es que me ha sorprendido gratamente encontrarme con tu artículo, en particular por la atención que me has prestado, y porque has desgranado concienzudamente mis opiniones. Casi me animaba a comentarte algo; pero mejor esperaré al siguiente artículo para tener juntos todos los elementos de juicio.

    Ahora, simplemente quería aclararte lo de la frase que no comprendiste: «en la medida en que el blog cede a la polémica, se deturpa su finalidad original y se generan equívocos.» Lo cierto es que no me expliqué bien; de hecho, la intención era afirmar la resistencia de este blog a cierto tipo de polémicas, las cuales pueden generar equívocos acerca de la finalidad del mismo (por ejemplo, que el blog se entienda como un foro).

    Un saludo.

    Responder
  2. Ocularis
    21 agosto, 2008

    Creo que lo entiendo. La frase se debería entender como condicional: «si el blog cediera a la polémica, se deturparía su finalidad original….»
    Ahora ya me cuadra más.

    Saludos.

    Responder
  3. […] No soy pirata Explicación de cómo quieren recortar nuestros derechos « El Proyecto Ocularis en Internet (II): lo objetivo y lo subjetivo […]

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