Posiblemente muchos no hayáis oído nunca ese nombre tan raro. Seréis mucho menos los que realmente no hayan visto ninguno. Y es que se trata de una anomalía ocular muy frecuente. Además está por fuera, así que no pocos se habrán preguntado qué es esa «carnecilla» que se pone delante del iris de algunas personas.
En algunos sitios se llama «uña», o «palmera». Su nombre formal, españolizado, es pterigion, o pterigión, aunque en el diccionario de la Real Academia de la Lengua no aparece. Es muy frecuente que usemos la denominación latina: pterigium.De hecho así es como estoy acostumbrado a denominarla yo, y «pterigion» me suena a latín mal hablado 🙂
¿Qué es?
Volvemos a hablar de la superficie ocular. Recordemos lo que es la córnea (esa «ventana transparente», como si fuera una parte de esfera que está por delante del iris) y la conjuntiva (un tejido algo transparente, con vasos sanguíneos, que cubre lo «blanco del ojo»). Entre la córnea y la conjuntiva hay un límite bastante marcado, con forma de circunferencia. Por dentro de ella, tenemos a la córnea, que no tiene vasos sanguíneos y es transparente, por lo que normalmente no la vemos. Vemos el iris que hay detrás. Por fuera de la circunferencia, tenemos la conjuntiva, que tiene vasos sanguíneos, y la vemos de color blanco (realmente, el blanco se lo dan sobre todo los tejidos que hay detrás, la Tenon y la esclera).
El pterigium lo vemos como una especie de «invasión». La conjuntiva atraviesa el círculo e invade la córnea. Es como una «cuña», una punta de tejido conjuntival que avanza y crece desde la parte exterior de la córnea hacia el centro.
¿Qué no es?
Hay otros procesos parecidos al pterigium, y que podrían confundirse con él. Por ejemplo, después de una infección o inflamación importante de la córnea, pueden aparecer vasos sanguíneos en la córnea (que normalmente no debe tenerlos).
Otras veces, un sufrimiento crónico de la superficie de la córnea hace que ésta cambie, convirtiéndose en un epitelio más parecido al de la conjuntiva que al de la córnea. Sería como la piel del talón, que es mucho más gruesa y seca que la de otros sitios, debido al roce y la presión. Al someter a mucho desgaste al epitelio corneal, éste muta, se «endurece», adquiriendo las características de otro epitelio más resistente: el de la conjuntiva. Se denomina «conjuntivalización» de la córnea (su nombre técnico sería «metaplasia»), y tiene cierto parecido al pterigium.
Pero en ambos casos (vasos sanguíneos en la córnea y cambio del epitelio para que se «endurezca»), se deben a transformaciones de la propia córnea debido a problemas de ella. Después de recibir ciertas agresiones, la córnea adquiere características parecidas a la conjuntiva. Pero sigue siendo tejido corneal, las células provienen de la córnea.
El pterigium, sin embargo, es realmente una invasión. Son células y vasos sanguíneos procedentes de la conjuntiva que se introducen, invaden y se colocan por delante de la córnea. El problema original no lo tiene la pobre córnea, que se ve invadida. Es la conjuntiva la que recibe un daño crónico, se vuelve «activa», y le da por invadir el territorio vecino.
¿Cómo lo vemos?
Lo habitual es que sea una especie de cuña o triángulo, con el vértice apuntando hacia la pupila. Como la córnea es invisible normalmente, lo que parece es que esa «carnecita» se monta sobre la parte de color del ojo (el iris). Pero nosotros ya sabemos que no es así, que realmente se localiza sobre la córnea.
El pterigium puede ser grande o pequeño, ancho o estrecho, más o menos inflamado, pero la forma es bastante característica. La gran mayoría de las veces lo vemos en la parte interna del ojo, en el lado de la nariz. Es bastante más raro que venga del lado contrario. Puede venir de los dos lados. Pero siempre siempre está en el eje horizontal. O viene por la izquierda, o por la derecha, pero nunca de arriba o abajo.
¿Por qué aparece?
Hemos dicho que el problema originariamente está en la conjuntiva. La lesión que luego dará lugar al pterigium se llama pinguécula (vaya nombrecitos los de hoy). Consiste en una degeneración del tejido conjuntival que está a la izquierda o la derecha de la córnea.
Se cree que se debe, por lo menos en parte, a la exposición solar, y de hecho tiene sentido porque en la conjuntiva que está protegida por el párpado (por encima o debajo de la córnea) nunca aparecen pinguéculas. La pinguécula muchas veces pasa desapercibida, y se ve como un un nódulo de aspecto gelatinoso y amarillento, algo elevado.
Uno puede tener una o dos pinguéculas en un ojo, y no tener un síntoma en toda su vida. Y es que en muchos casos es una lesión pequeña y que fácilmente pasa desapercibida.
A veces se reseca y escuece un poco. Otras veces se inflama más y hablamos de pingueculitis. El caso es que ese tejido degenerado puede sufrir una reacción de reparación/cicatrización, y a partir de aquí surge un tejido conjuntival transformado, activo, que tiende a crecer y «reparar». El problema es que ese crecimiento puede progresar hacia la córnea. Ya tenemos el pterigium.
¿Qué hacemos con el pterigium?
La mayor parte de las veces, nada. Es bastante habitual que su crecimiento se autolimite, y en muchos casos es realmente pequeño. Encontramos un pterigium atrófico, estable, lejos del centro.
El pterigium no es una lesión maligna, ni suele ser necesario extirparlo para examinarlo al microscopio. Con diagnosticarlo en la lámpara de hendidura suele ser suficiente. A veces, el pterigium puede ponerse rojo y producir irritación y molestias (de forma similar a la pingueculitis). En esos casos, intentamos calmarlo con tratamiento en gotas.
Sólo para casos de inflamación importante, cuando produce astigmatismo, o cuando crece peligrosamente hacia el centro de la córnea, optamos por la cirugía. Evidentemente, si el pterigium llega al centro, alterará la visión, y debemos quitarlo antes.
Pero, ¿por qué esperar tanto?. ¿No es mejor quitarlo en cuanto sale?. El caso es que en la consulta nos encontramos con frecuencia que el paciente viene demandando la cirugía del pterigium, sobre todo por el tema estético. Es mucho más prevalente en personas mayores, y esos son los menos demandantes de cirugía, pero no es extraño encontrarlo en personas jóvenes, sobre todo en iberoamericanos.
Antes operábamos el pterigium con más alegría. Al fin y al cabo, es una cirugía relativamente sencilla, que no manipulamos estructuras intraoculares, de poco riesgo. Sin embargo, es muy f
recuente que el pterigium vuelva a salir. Y cuando eso ocurre, suele ser más agresivo. Si teníamos un pterigium sin signos de actividad, estable, que no crece, y por querer operar para dejar al paciente «más guapo», resulta que le dejamos con un pterigium agresivo, que crece y que amenaza su visión, pues lo hemos hecho mal. Hay variantes de la cirugía para intentar impedir que vuelva a salir, pero ninguna tiene una tasa de éxitos del 100%. Y recordemos que el pterigium no es sólo un tema estético, es una lesión que a veces puede hacer perder visión. Y lo primero es ver.
18 enero, 2008
[…] Softonic Descargas de software « El Pterigium […]
7 febrero, 2008
Y no sería posible «apartar» el tejido en vez de extraerlo? Eso se puede hacer? Es decir, si no lo cortas sino que lo mueves a una zona menos visible no tendrías los efectos adversos del resurgimiento agresivo. ¿O paso algo por alto?
7 febrero, 2008
No es un tejido «pegado»que se sitúa por encima y lo despeguemos como si fuera esparadrapo. Es una invasión, el epitelio de la córnea y la parte superficial del estroma de la córnea se ve sustituido por el pterigium. Tenemos que usar bisturí y tijeras para quitarlo, y una vez quitado queda un lecho, una úlcera con oquedad donde estuvo el pterigium. La herida tiene que cicatrizar, y suele quedar una cicatriz visible con la lámpara de hendidura. Es como si quisieras apartar un lunar o una verruga. No se va a desplazar, la única opción es cortar.
Un saludo.
19 marzo, 2008
Hola:
Yo tengo el problema del pterigium en ambos ojos. Quería saber si el pterigium llega en algún momento a «aplanarse». Lo escuché de algunas personas que también tienen ese problema.
Y también, quisiera saber si existe colirios especiales para que los ojos dejen de estar rojos (a causa del pterigium, claro).
f.j.s.
19 marzo, 2008
El pronóstico del pterigium es variable, y hay que personalizarlo para cada individuo en función de varios factores, no podemos establecer por internet cómo va a evolucionar.
Y en cuanto al tratamiento, aquí no doy indicaciones para que los pacientes se compren el tratamiento por su cuenta, hay que seguir las prescripciones del médico. Así nos evitamos males mayores.
Un saludo.
4 octubre, 2009
Me ha surgido una pregunta leyendo tu artículo, la pinguécula no se puede tratar?
Porque hablas de eliminar el pterignium con cirugia, pero no se puede hacer algo para remediar que la pinguécula se convierta en un pterigium?
5 octubre, 2009
Habitualmente las pinguéculas no evolucionan a pterigium, y no se suelen tratar.
2 mayo, 2010
Concuerdo con lo que plantea Cristian,
Tal vez se podría evitar todo lo que implica tener el maldito pterigium (lo digo con conocimento de causa) si de alguna manera se puede eliminar la pinguécula.
Saludos.
11 diciembre, 2010
Realmente interesante y clarificador este artículo. Muchas gracias por el aporte y por el lenguaje tan accesible que usas. Un fuerte abrazo
9 marzo, 2011
buenas
dijiste que «Hay variantes de la cirugía para intentar impedir que vuelva a salir,» podrías hablar de ellos
gracias
16 marzo, 2011
Existen diferentes alternativas: utilización de mitomicina sobre el lecho tras la extirpación, injerto de membrana amniótica, y lo que más se utiliza ahora es el autoinjerto de conjuntiva (que básicamente consiste en colocar un fragmento de la conjuntiva del mismo ojo, pero de otra localización, en el lecho).
14 octubre, 2011
me podrías explicar brevemente como es la cirugía, se supone que voy a tener el ojo abierto y voy a ver todo lo que me hacen?
Gracias por anticipado
15 octubre, 2011
Hace falta tener el ojo abierto, la cirugía se complica bastante con los párpado por medio 🙂
Por otra parte, no se ve lo que hacen realmente. Se ve la luz del microscopio, sombras que se aproximan, etc. Pero se trabaja «a un lado» de la córnea, y demasiado cerca, así que realmente uno no puede tener una imagen directa de lo que hacen.