Desde hace relativamente poco se está poniendo de moda el fondo oscuro con el texto en color claro en dispositivos electrónicos con pantalla. Principalmente en móviles, y tablets, pero en menor medida también en ordenadores. Se trata de invertir el paradigma que ha existido en las últimas décadas en informática, con el fondo claro y las letras oscuras.
No se trata de un cambio que sustituya al formato clásico: normalmente queda a decisión del usuario, que puede personalizar el aspecto entre fondo claro u oscuro. Puede ser en aplicaciones concretas, en el sistema operativo, o en ambos. Puede incluso variar según el momento del día: lo puedes programar par que por el día el fondo sea claro y por la noche oscuro.
Además de ser un asunto de estética y gustos personales, como otras opciones de personalización del dispositivo, se han querido atribuir propiedades visuales a la elección. Ahora que el modo oscuro es el novedoso, se pueden leer comentarios de personas que están más a gusto con el cambio, que sienten más confort visual con el fondo oscuro. Y aunque no se lee con tanta frecuencia, porque la moda ahora es el fondo oscuro, hay personas que lo rechazan porque están más cómodas con el fondo claro.
¿Qué hay de verdad en todo esto? Intentaremos darle respuesta en este artículo.
Una estética no tan nueva
Las pantallas con fondo oscuro y con las letras de color no es un invento reciente. Es decir, el objeto pequeño a enfocar (la letra en este caso) en «positivo» por una parte, y por otra el entorno (fondo de pantalla) en negativo, sin luz (o con una diferencia grande de contraste, siendo el fondo como el elemento con menos intensidad lumínica) se inventó hace mucho. Lo que pasa es que se quedó olvidado en la prehistoria de la informática y no ha aparecido hasta hace poco, pero de forma más viable que en su origen.
Las primeras pantallas de ordenador eran monocromas y con fondo negro y letras blancas, y también con fondo negro y letras verdes. Un verde fosforito bastante llamativo.
Esos monitores antiguos eran de tipo CRT, de rayos catódicos, igual que los televisores antiguos. La intensidad de la imagen, de los pixeles iluminados, no tenían nada que ver con la nitidez, resolución y calidad que existieron unos años después, con los monitores en color. Cuando los monitores comenzaron a soportar colores y mejoraron de calidad se cambió al formato contrario, fondo claro y letras oscuras. Este cambio se debió en cierta manera a que un objeto iluminado, relativamente pequeño (que ocupa una porción reducida de nuestro campo visual) sobre fondo oscuro sufre más de los defectos ópticos del ojo (y de cualquier sistema óptico, en general). Es decir, pequeños defectos de graduación (miopía, hipermetropía, astigmatismo y vista cansada) y otros defectos normalmente menores llamados en general aberraciones ópticas (aberración esférica, aberración cromática, coma, trifoil, cuadrafoil, etc) se van a manifestar más con el fondo oscuro.
¿Por qué ocurre esto? Sin entrar en detalles muy técnicos: imaginemos la oscuridad total, y un solo punto de luz delante del ojo. Si el sistema óptico fuera perfecto, la imagen quedaría perfectamente enfocada en nuestra retina. Se proyectaría un solo punto en el fondo del ojo. Como no existe ningún sistema óptico perfecto, la luz de ese punto exterior, cuando pasa a través de las lentes del ojo, se dispersa en mayor o menor medida. Aunque la mayoría de los fotones se dirigen a un solo punto de la retina, unos pocos rayos de luz se dirigen a otros puntos cercanos de la retina. Ya no vemos exactamente un punto pequeño y totalmente nítido. Queda un pequeño «halo» alrededor del punto, más o menos irregular, dependiendo del defecto o aberración de las lentes.
Este efecto es máximo y más fácilmente evidenciable en estas condiciones que he comentado: fondo oscuro y un objeto muy pequeño que emite mucha luz. Cuanto más oscuro el entorno, cuanto más pequeño es el objeto luminoso y cuanta más luz emita dicho objeto, más se notará el defecto óptico. Imaginemos una habitación a oscuras y un piloto LED de un dispositivo eléctrico: ahí es donde podríamos ver un pequeño halo.
Ahora imaginemos un entorno con buena luz: casi todo el fondo del ojo se ve iluminado por innumerables puntos del exterior: toda una escena visual completa, rica y heterogénea. Físicamente el fenómeno de dispersión de la imagen y del defecto óptico pasa igualmente. Cada punto iluminado no está perfectamente proyectado en un único punto de la retina: genera su «halo» alrededor. Pero el punto de al lado no está a oscuras, está iluminado en su mayoría por el punto de imagen que sí le corresponde. Así que esos rayos mal dirigidos, mal enfocados del punto de al lado, no son perceptibles, quedan enmascarados. Por eso los defectos ópticos quedan atenuados en un entorno bien iluminado. Y también por eso los problemas de halos y deslumbramiento, y de «líneas de luz» aparecen en condiciones concretas como la conducción nocturna. Fondo oscuro y fuentes de luz (faros de los coches) pequeñas e intensas.
En los monitores antiguos, esos monocromos en verde fosforito, por poner un ejemplo clásico, la intensidad de las letras no estaba calibrada como puede estar ahora con la tecnología moderna. Se producían esos fenómenos de «halo» o «silueta» en esas letras verdes o blancas sobre el fondo oscuro. Las letras no se veían totalmente nítidas y suponía cierto esfuerzo y dificultad visual estar mucho rato utilizando esos monitores. La vista se cansaba porque el cerebro tiene que interpretar esas imágenes que no eran nítidas. Digamos que el lóbulo occipital hace una labor de «postproducción» de filtrado y mejora de la imagen, pero a tiempo real. Para nuestro «yo» consciente las letras de esos monitores antiguos se veían más nítidamente de lo que llega a nuestros ojos, por esa labor de «corrección neurológica». Y eso cansa.
En consecuencia, cuando la tecnología permitió poner fondos claros, se cambió el paradigma. Lo que produce la dispersión de luz, y por tanto los halos, es la fuente de luz. Y lo que está iluminado ahora es el fondo. Las letras están en oscuro. El objeto pequeño ya no emite luz, así que no se produce ese fenómeno de halo alrededor de las letras. ¿Eso quiere decir que si tenemos un defecto óptico no va a manifestarse? Claro que sí, y el que necesite gafas se las tendrá que poner. Pero los pequeños defectos, lo que son casi inapreciables, o incluso los que son imposibles de corregir, pasan más desapercibidos. Por ello, en aquella época de monitores en color todavía «cabezudos» (de rayos catódicos, CRT), el paradigma del fondo claro quedó como el estándar. Para los más antiguos del lugar y por centrar un poco más la época: hablo de las generaciones de monitores desde el cambio del CGA al EGA, y luego al VGA y posteriores.
Trade-off
Permitid que use este anglicismo para hablar de la contrapartida, del aspecto no tan positivo que debimos asumir con el paradigma del fondo claro. Cuando estuvimos hablando de la fatiga visual y el síndrome de las pantallas de visualización (término que no me gusta mucho), explicábamos un problema de base que tienen las pantallas. Se trata de una fuente de luz directa que por definición no está homogéneamente iluminada con respecto al entorno visual. En una situación natural, con la luz solar iluminando lo que vemos, los objetos reciben iluminación indirecta. Es decir: no emiten luz por sí solos sino que reflejan parte de la luz natural. Por lo tanto, aunque hay objetos más oscuros y más claros, al haber una fuente de luz única (el sol, por ejemplo), la imagen está iluminada en unos rangos más o menos estrechos. Nuestro sistema visual está genéticamente adaptado a esta forma de ver, y luego nosotros hacemos ciertas calibraciones en el procesamiento de la imagen en base a esta premisa.
Cuando tenemos en nuestro campo visual un elemento que es a su vez su propia fuente de luz, como una pantalla, cambia las reglas del juego. Así, cuanto más ilumine una pantalla, más contraste puede haber con el entorno visual que no es la pantalla. Este contraste es «malo», porque nos produce cierta fatiga visual, un cansancio debido a un problema de calibración global de la imagen. Esto se puede solucionar de dos maneras: poniendo mayor luz ambiente, o disminuyendo la intensidad de la luz de la pantalla. Esto sirve y en general se reduce la fatiga visual. De hecho, en el artículo que he enlazado, está puesta la recomendación de poner una iluminación indirecta adecuada, para que el entorno de la pantalla no sea demasiado oscuro. Pero esta estrategia no puede llevarse a cabo en toda la magnitud que queramos. Si hay una excesiva iluminación ambiente, o si bajamos en exceso la iluminación global de la pantalla, el problema es que la propia imagen de la pantalla pierde contraste. Y este contraste, de la propia imagen dentro de la pantalla, es «bueno», al contrario de lo que acabamos de explicar. Para ver una letra oscura sobre fondo claro, el fondo lo tenemos que percibir suficientemente claro, o intenso, para que podamos definir la letra oscura con claridad. Si perdemos demasiado de este contraste, no veremos bien.
Por lo tanto, una pantalla con fondo claro significa que está iluminando mucho de forma directa al ojo. Eso no es peligroso para la salud del ojo. Tampoco resulta molesto a mucha gente. Pero a otros sí. Pero si queremos utilizar un fondo claro, la pantalla tiene que ser esencialmente luminosa, y eso supone un inconveniente para un número de personas.
Pantallas modernas
Hemos hablado de dos épocas de monitores, dos generaciones de pantallas de ordenador: monocromas con fondo oscuro, y en color con fondo claro. Ahora vamos a hablar de la situación actual. Ya no hay solo pantallas de ordenador: los dispositivos electrónicos con pantalla de visualización se han multiplicado: móviles sobre todo, pero también tablets, relojes, y más ejemplos (en medios de transporte, electrodomésticos, etc). La tecnología ha evolucionado mucho, de forma que nos ofrecen un grado de nitidez y resolución mucho mayor, además de un mejor contraste sin aumentar descontroladamente el brillo de la pantalla. Eso ha permitido mejorar el problema de los fondos claros que han sido el paradigma hasta hace bien poco. Para tener imágenes contrastadas no necesitamos tanta intensidad de luz. De hecho, para muchos dispositivos como los móviles o tablet es muy habitual que tengan incorporados detectores de luz ambiental y calibren la propia intensidad de la pantalla en función de la luz ambiente. Así que ya no es tanto problema como antes el fondo claro: ya no se produce tanta fatiga visual.
Pero la mejora de las pantallas actuales, y del propio diseño de los sistemas operativos modernos, va más allá. Ahora se pueden configurar fondos oscuros y letras claras de manera que las letras no tienen esa intensidad y ese brillo de las pantallas monocromas de primera generación. Con una intensidad lumínica mucho más controlada obtienen buenas condiciones de contraste, de manera que ese fenómeno de dispersión de luz, de aberración óptica y de «halo» alrededor de la letra se atenúa.
Así que tenemos que la tecnología actual de monitores, y un diseño mucho más cuidado de las interfaces, soluciona en parte los dos problemas que teníamos:
- Los fondos claros producen fatiga por la propia intensidad de la pantalla. Pero ahora menos.
- Los fondos oscuros producen fatiga visual por la menor nitidez de las letras. Pero ahora menos.
En la situación presente, no tenemos que decantarnos por un paradigma u otro: tanto el fondo claro como el oscuro son opciones aceptables. Cada una tiene su inconveniente, pero la tecnología y los diseños actuales han contrarrestado una buena parte de dichos inconvenientes.
Para mucha gente el fondo oscuro no le desencadena el problema de la «letra en positivo»: no percibe aberración óptica que cause fatiga por lectura. Y agradecen disminuir la intensidad global de la iluminación de la pantalla, que eso sí les fatigaba. Estas personas acogen con alegría la nueva moda del fondo oscuro y se la personalizan así para todas sus pantallas.
Pero también hay mucha gente que una pantalla iluminada por un fondo claro no les supone un problema. Porque tienen una buena iluminación ambiente o porque con la calidad de monitor y el diseño de software actual, no sufren fatiga visual por esta iluminación. Y sin embargo la «letra en negro», que en principio es ópticamente mejor para leer, sí lo agradecen. Al probar el fondo oscuro notan más dificultades para enfocar las letras, o una fatiga cuando llevan un rato leyendo con este formato. Y vuelven al fondo claro.
Y por último también hay gente que realmente no notan cambios relevantes con un modo u otro. Ambos sistemas le sirven. Así que pueden elegir, o ir cambiando, según criterios meramente estéticos.
Evidencia científica
Como decíamos antes, el uso de pantallas no produce problemas en la salud visual a medio o largo plazo. Esto es así con independencia de que utilicemos fondos claros u oscuros. Esto por su puesto es bueno, es el mensaje más importante que nos tenemos que llevar: elige lo que estés más cómodo, porque a nivel de salud da igual. Hemos visto que hay dos posibles causas de disconfort visual o incomodidad, que ante un uso intenso de pantalla, uno u otro pueden producir fatiga, molestias, dolores de cabeza. Pero por no producir problemas de salud «reales», fácilmente medibles y objetivos, no se pueden hacer apenas artículos científicos que aporten evidencia. En otras palabras: ¿qué dice la ciencia sobre elegir si fondo claro o fondo oscuro? Pues poca cosa. Nos ofrece la base teórica de por qué unos refieren estar con el fondo oscuro y prefieren el claro, y viceversa. Pero, excluidas las causas tratables (muchas veces el problema de la fatiga visual es que necesitas gafas, o no tiene un entorno adecuadamente iluminado), la preferencia por una u otra alternativa se debe a factores individuales apenas conocidos. Y lo más importante: es médicamente irrelevante.
Entonces, ¿qué hacer?
El consejo que podría hacerse: prueba una alternativa y otra, y quédate con la que quieras. Eso sí: si con una estás visualmente más cómodo, no te quedes con la otra por moda o por estética. Una pantalla es una herramienta visual, escoge la que te resulta más cómoda para tu sistema visual.
¿Qué es lo que hace la gente? La verdad es que es difícil encontrar una muestra o un experimento que sea significativo. Muchas veces, el uso del móvil es casual, se usa de forma recurrente pero no mantenido, y la preferencia de muchos usuarios que usan el móvil atienden más a razones estéticas que a un análisis individual fiable de su comodidad visual. Sin embargo, hace unos meses me puede encontrar por casualidad con una «muestra» que me resultó más interesante.
Además de mi actividad médica y divulgativa, soy desarrollador aficionado (a cuento de esto, te recuerdo que tienes disponible la aplicación OftalmoBot para sistema iOS, desarrollada por mí). Estoy en un grupo de Telegram de desarrolladores, y surgió espontáneamente la conversación sobre fondo claro u oscuro. Yo no saqué el tema, pero la aplicación de desarrollo principal que se usa para la plataforma incorporó el modo oscuro. La gente estuvo probándolo, y se estuvieron intercambiando numerosas experiencias individuales. Unos abrazaron el modo oscuro y se encontraban definitivamente más cómodos con él. Otros lo estuvieron probando un tiempo, y volvieron al modo claro porque se fatigaban más con aquél. Y otros les daba lo mismo, y dejaban que el sistema cambiara entre modo claro y oscuro según la hora del día.
En este contexto concreto, desarrolladores, hablamos de pantallas de ordenador y en general de profesionales que están muchas horas delante de la pantalla. Me pareció un claro ejemplo de cómo las tres posturas posibles (fondo claro, oscuro e indiferente) estaban representadas de forma muy similar. Me dio la impresión de que los partidarios de fondo oscuro eran levemente más numeroso. Pero teniendo en cuenta que los desarrolladores suelen tener monitores más grandes, o incluso varios monitores, el efecto de fatiga por la iluminación de la pantalla puede ser más relevante. Y debido a su perfil de usuario avanzado, un desarrollador suele personalizar bien su herramienta de trabajo. Así que la letra puede ampliarla o cambiarla de color para solucionar el efecto «letra en positivo». Posiblemente para otros tipos de usuarios, con pantallas más pequeñas, menos horas de exposición y menos personalización de la interfaz, las proporciones estarían más igualadas si cabe.
24 noviembre, 2019
También desarrollador? Qué máquina… Me he leído el artículo desde feedly con el fondo negro y letras grises. En mi opinión más cómodo, pero hay que encontrar el equilibrio del contraste entre fondo y letras: si la letra es demasiado blanca se notan mucho todos los inconvenientes que dices. Saludos
24 noviembre, 2019
Solo soy desarrollador aficionado, pero reconozco que me gusta mucho.
Sí, no he entrado en muchos detalles, pero además de la mejora en el hardware, la calidad de los monitores, es muy importante el software, la configuración del color, intensidad y contraste tanto del primer plano como del fondo. En general, para los fondos oscuros encuentran un equilibrio en el cual hay contraste suficiente como para que se lea sin problemas, pero sin haber un contraste excesivo para que no ocurra apenas el efecto de la aberración óptica. No buscan el «blanco sobre negro». Muchas veces el negro del fondo no es totalmente negro, sino un gris, o gris azulado. Y las letras pueden ser blancas o de otros colores, pero la intensidad está muy bien calculada. Incluso hay aplicaciones que puedes personalizar entra varios tipos de diseño oscuro, con más o menos contraste.
27 noviembre, 2019
También soy desarrollador y elijo cuidadosamente el esquema de colores de mi editor de textos pero pese a ser eso muy importante, según mi experiencia hay factores que influyen más en la fatiga visual. El tipo de letra (font) adecuado, con el tamaño correcto y los parámetros de renderization ajustados al font, tamaño de letra y pantalla tiene efectos aparentemente despreciables en el momento de aplicar los ajustes pero notables tras unas horas de uso.
En este tema hay una gran variación en cuanto a lo que cada uno considera ideal, con no pocas sorpresas: los tipos de letra basados en bitmaps siguen siendo relativamente populares y, por otro lado, con frecuencia me encuentro con individuos para los que la sensación de estar usando una configuración que les resulte estéticamente atractiva aparentemente elimina los efectos negativos de una ergonomía visual atroz.
22 enero, 2020
Antes de nada, gracias por la información, estaba buscando una respuesta científica a mis problemas con las pantallas.
Soy miope magno y noto que el modo claro me cansa, por un lado el aro de la gafa resta visión y luz ambiente, por otro lado la imagen con corrección es más pequeña y me hace efecto túnel.
Por el contrario, en el modo oscuro, manejo peor la interfaz porque las ventanas y botones tienen menos contraste (por diseño todo es «negro»), no distingo las áreas, lo que acaba siendo irritante, y en la lectura (texto claro sobre fondo oscuro), me produce efecto negativo al alejar la mirada de la pantalla; durante unos pocos segundos veo líneas negras.
Pero no me hagan mucho caso. 🙂
1 febrero, 2020
[…] Modo oscuro de las pantallas: artículo monográfico dedicado al tema. Totalmente aconsejado si te interesa saber más. […]
5 agosto, 2020
[…] se suele denominar contraste positivo. Que las primeras computadoras tuvieran la interfaz contraria se debía a limitación […]
11 abril, 2022
Dando una vuelta al tema del aumento progresivo de la miopía, encontré muchas discusiones a raíz del artículo publicado en Nature en 2018:
Reading and Myopia: Contrast Polarity Matters
https://www.nature.com/articles/s41598-018-28904-x
Básicamente dice que, la exposición a la lectura en modo claro provoca el adelgazamiento de las coroides y está estrechamente relacionado con el aumento de la miopía, mientras que, el modo oscuro reveló el efecto contrario: un engrosamiento de la capa coroides. Y este estudio se realizó nada menos que sobre una muestra de 7 adultos jóvenes con miopía leve o moderada.
¿Existe realmente esa relación entre el grosor de la coroides y miopía, se podría sacar alguna conclusión objetiva con la muestra y los datos obtenidos?
17 abril, 2022
Primero de todo, lo del aumento progresivo de la miopía también hay que ponerlo en duda, cómo de global es y qué factores hay. Si bien esto parece ser cierto en países asiáticos, en países occidentales es todo más dudoso. ¿Hasta qué punto el incremento se debe a un mejor diagnóstico, a estrategias más o menos organizadas de cribaje en población infantil y juvenil? ¿Qué pasa con la falsa miopía? Muchos de estos estudios que defienden este incremento de la incidencia no estudian la miopía con cicloplejia.
Dejando aparte ese tema, me temo que las conclusiones del estudio que comentas pueden confundir más que aclarar. Una cosa es un cambio en el grosor de la coroides de forma estructural, anatómica, como puede suceder en la miopía, y otra muy distinta son los cambios inmediatos, dinámicos, que tienen que ver más con variaciones temporales del flujo sanguíneo. Los cambios que se producen en el ojo durante la miopía, que incluyen a la coroides, pero sobre todo la esclera, y secundariamente a la retina, son estructurales, tisulares. Querer relacionar ese cambio con las fluctuaciones de flujo sanguíneo, que varían de unos momentos a otros, es muy atrevido. Con todo el respeto a los investigadores. Está bien abrir líneas de investigación, pero el problema es intentar «vender» tu artículo para que tenga más impacto, y aventurarse a conclusiones precipitadas.
Un saludo.
27 agosto, 2022
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