Ideas zombie (I): Introducción

Hoy comenzamos una serie de artículos donde iremos exponiendo diversas ideas zombie que existen en salud visual en general y en oftalmología en particular. Hoy haremos una introducción al tema, de manera que en los siguientes artículos vayamos directamente a ejemplos concretos.

El concepto

¿Qué es una idea zombie? Pues es un término popularizado por el premio Nobel de economía, escritor y columnista  Paul Krugman. En su libro Arguing with Zombies: Economics, Politics and the Fight for a Better Future, define las ideas zombie como:

ideas that should have been killed by contrary evidence, but instead keep shambling along, eating people’s brains.

 

ideas que deberían haber muerto por las evidencias en contra, pero que sin embargo se mantienen deambulando, «comiendo» los cerebros de las personas

Meme

Este concepto de idea zombie no es revolucionario. Entronca perfectamente con el modelo de memética,

Actualmente se ha popularizado el término «meme» para describir una imagen con un texto corto que suele contener alguna frase ingeniosa, ocurrente, humorística o que nos induce a la reflexión. Pero la idea de meme es anterior. Aunque estas imágenes ocurrentes que compartimos por redes sociales y aplicaciones de mensajería son ciertamante memes, el propio concepto es mucho más poderoso.

Entendemos que un meme es una idea, hábito, habilidad, etc que se multiplica y propaga a través de nuestros cerebros, siguiendo un sistema de replicación, de competencia entre memes, de selección natural y de evolución, similar a los genes de los seres vivos. En este caso, el elemento dinámico, el replicador, similar a un «ser vivo», es la propia información, el meme, que compite con otros memes. Y su medio ambiente, su hábitats, son nuestros cerebros y las sociedades.

Este concepto fue creado por el biólogo evolucionista Richard Dawkins hace más de cuatro décadas. Sin embargo este modelo, o la propia teoría de replicación, propagación y evolución de las ideas como sistemas propios, aunque reciba otra denominación diferente a «meme», ha sido ampliamente desarrollada con posterioridad por antropólogos, filósofos y psicólogos.

Selección natural del meme

Una información, creencia, conocimiento, etc, no debe ser cierta para propagarse con éxito en una sociedad. Ni siquiera tiene que ser útil en la práctica. Un hábito, una convicción, una habilidad, puede ofrecer beneficios al cerebro que la alberga por otros mecanismos: refuerza el sentimiento de grupo, ayuda a crear una «identidad de tribu». Por eso muchas ideas basadas en el odio y el miedo a «los otros», ideologías relacionadas con la xenofobia o la discriminación a las minorías, a los que son «diferentes», son tan difíciles de erradicar. La protección del grupo propio tiene profundas raíces evolutivas; nuestro cerebro tiene predisposición a aceptar sin cuestionarse aquellas creencias y convicciones que aumentan nuestro vínculo entre nuestros semejantes, para crear un grupo. En especial cuando ese sentimiento de cohesión se realiza a expensas del rechazo hacia lo diferente; en contra de otro grupo distinto al nuestro. 

También otros memes como el concepto de patria, los nacionalismos, las supersticiones y religiones utilizan esta manera de propagarse. No tienen que ser creencias ciertas que ayuden en la práctica al bienestar del individuo (como sí lo hacen las verdades científicas y técnicas). Para sobrevivir en la «competencia» entre otros memes, puede ser suficiente con encajar con la sociología, la psicología y el comportamiento del cerebro humano. Ofrecer beneficios indirectos, como elemento social.

De hecho, para que una idea (un meme) sobreviva y se propague con éxito en un grupo ni siquiera necesita ofrecer al individuo un beneficio directo (una información cierta que nos ayuda a sobrevivir y vivir mejor) o indirecto (ayuda a crear vínculos sociales, reforzar el sentimiento de grupo y la cohesión social, etc). Simplemente puede aprovecharse de ciertos mecanismos mentales que ocurren en las circunstancias en las que esa idea se puede manifestar. Aspectos como el respeto a la autoridad y el no cuestionar a nuestros «maestros», o que la idea coincida con lo que «queremos creer» o con un modelo simplificado (y a veces incorrecto) de la realidad. 

Memes, ciencia y medicina

En el ámbito de la ciencia en general, y en la medicina en particular, este modelo de memética debería estar abolido. En el caso de un científico o un médico, cuando actúa como tal, su cerebro debería «ponerse la bata» y actuar solo con el método científico. Por lo menos en cuanto a las realidades objetivas. 

Hablando ya en particular del médico, deberá comportarse con empatía y cercanía con el paciente. Aquí la mejor parte de su «componente humano» debe manifestarse. Pero en cuanto al análisis del problema, el propio proceso de diagnóstico, pronóstico y propuestas terapéuticas, que deben ocurrir de forma «privada» en su cerebro, debe dejar aparcados la mayoría de los «atributos humanos» que hacen funcionar la memética tradicional. En este «castillo mental» privado del médico, la lógica, la deducción y los conocimientos son los que deben regir sus razonamientos. Si esto fuera así, la evidencia científica sería el principal motor de decisiones. Las ideas que prevalecen, los memes que sobreviven en el cerebro analítico de la sociedad médica, serían aquellos que han demostrado ser ciertos. O los más cercanos a la certeza que disponemos. Las ideas falsas se descartarían.

Sin embargo los médicos no somos seres de luz. No todos los médicos nos comportamos de forma lógica y objetiva cuando debemos hacer ese «castillo mental». Por desgracia, el modelo de memética que se aplica a toda idea, costumbre o hábito, se filtra en ese espacio reservado a la evidencia científica. 

Ideas zombie en medicina

Este concepto de ideas no basadas en la evidencia científica en el ámbito médico, por supuesto no es nueva ni se desarrolla a partir de la teoría del «meme» de Dawkins. Ni tampoco a partir del concepto de «ideas zombie» de Krugman. De hecho, el mismo término de «medicina basada en la evidencia» se creó por la necesidad de separar lo que es un conocimiento objetivo (contrastado por artículos científicos de calidad, lo más certero posible) del pseudoconocimiento que aplicaban (y aplican) los médicos basados en opiniones, experiencia personal, la autoridad de expertos, etc. 

Muchos libros y blogs desarrollan este tema de los médicos no actuando de acuerdo a criterios científicos. Supuestos falsos, uso de procesos diagnósticos y tratamientos que no están avalados por pruebas científicas de calidad, pero aun así no son descartados. Muchos autores más inteligentes que yo han ido desgranando la multitud de causas que explican esta aparente disonancia. Por qué, en la época actual de la accesibilidad de la información, tantos médicos siguen actuando en contra de la medicina basada en la evidencia. 

Esta aproximación hacia la problemática concreta en medicina que hacen los mencionados autores es la más directa y descriptiva. Pero me parece interesante enmarcar este problema de la clase médica en la teoría más amplia de la memética. Como somos seres humanos, los médicos también son altamente susceptibles a caer en las «trampas» que evolutivamente llevamos insertadas en nuestros cerebros. Así, ciertas ideas falsas son capaces de encontrar los resortes adecuados, y extenderse como virus entre los cerebros de las sociedades médicas. Son como virus porque parasitan nuestros cerebros, no dejando entrar las ideas correctas y disminuyendo nuestra capacidad de hacer buena medicina. 

Y además de apelar al modelo de meme y memética como origen evolutivo y general de este problema, también me gusta tomar prestado el término de «idea zombie» para describir este concepto. Aunque inicialmente su autor (Krugman) lo usa en política y economía, tiene mucha fuerza y se puede aplicar igualmente a la medicina. 

Creo que describe muy bien el problema. Son ideas que como tal están muertas. La evidencia científica las ha desbancado. Sin embargo son muertos vivientes, perviven en el cerebro de los médicos. Las trampas mentales de nuestro cerebro, esos sesgos y condicionamientos evolutivos, psicológicos y sociológicos impiden que esas ideas queden finalmente enterradas y desaparezcan. Son ideas que deambulan, ni muertas ni vivas, sin objetivo fijo, que perjudican a la praxis médica. Ideas zombie.

Causas

¿Qué mantiene a estas ideas zombie en nuestras cabezas? ¿Por qué la evidencia científica no puede eliminar de una vez estas ideas erróneas? No seré yo el que analice pormenorizadamente las causas que hay detrás de este problema. Como decía antes, hay autores más inteligentes que yo que dedican blogs, libros, conferencias y cursos a este problema. Pero sí voy a sintetizar tres causas generales, porque en futuros artículos de la serie los volveré a mencionar. Así que lo correcto es que los introduzcamos ahora.

¿Por qué seguimos haciendo caso a esas ideas zombies? Aquí hay unas razones comunes a la mayoría:

  • Inercia terapéutica: Siempre se ha hecho así. Esta es «mi zona de confort». ¿Para qué cambiar? Mejor malo conocido que bueno por conocer. El miedo a hacer algo que no has hecho antes.
  • El peso de la autoridad y el grupo: Así me lo enseñaron de residente, así lo hacen los demás. Aunque luego leas libros y revistas, aunque la evidencia científica diga otra cosa, la parte social y grupal de la medicina pesa mucho. Ser un «disidente» y hacer algo diferente es algo que psicológicamente nos cuesta mucho.
  • Experiencia clínica propia mal analizada. Damos más credibilidad a nuestra reducida experiencia personal que a los ensayos clínicos. Al fin y al cabo, tu propia experiencia, lo que tú ves con tus pacientes, es información de primerísima mano. Lo que pone en un artículo científico de un autor estadounidense, chino o sueco, pues a saber …. El problema de esto es que sobreestimamos el valor científico de nuestras observaciones. No diseñamos un ensayo clínico bien realizado, midiendo parámetros objetivos. Nos basamos en apreciaciones subjetivas de lo bien o mal que va un tratamiento. No podemos medir diferencias relativamente pequeñas con un muestreo individual. No igualamos factores de confusión. No conocemos nuestros sesgos.

Conclusión

En este artículo no hemos tocado nada de salud visual, así que pido perdón a mis queridos lectores. Sin embargo, si has llegado hasta aquí, ¡enhorabuena! Ya sabes lo que es una idea zombie, y estás preparado para entender la aparente contradicción de que en la época de los médicos mejor informados, con las mejores herramientas de formación, actualización y comunicación, algunos (muchos) todavía tengan «ideas zombie» que afectan a su práctica clínica. 

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4 Comments

  1. Pacotraver
    18 mayo, 2020

    Los perros urbanitas salen a la calle para orinar y no solo para orinar sino para marcar el territorio, a pesar de que ya no tiene territorio si vive en un piso. Esa conducta es también un zombie, pero le sería muy útil al perro si viviera en el campo. La xenofobia humana es una adaptación (el miedo al desconocido) y es posible que según El Barrio en que vivamos sea útil o inútil . Un zombie no está ni vivo ni muerto.

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  2. […] En el artículo pasado, que es el primero de la serie, nos sirve para entender a qué vamos a llamar idea zombie tanto en el post de hoy como en los que quedan. El otro día ya me extendí lo suficiente en la existencia y justificación de las ideas zombie, de manera que no iré explicando en cada momento la aparente contradicción de que estos conceptos deambulen como muertos vivientes en la «cultura médica». […]

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  3. […] Aparte de los motivos concretos que hemos descrito, como cualquiera de las ideas zombies que hemos ido explicando, comparte unos motivos, comunes, que son los que describí en el primer artículo: […]

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  4. […] Ideas zombie: en este primer artículo explico el concepto de «idea zombie», un tipo especial de pseudoterapia, o terapia convencional que de indica de forma inadecuada (por lo que cumple en parte la definición de pseudoterapia) que persiste en el colectivo médico. En esta primera entrega explico la generalidad del concepto, y en los demás artículos de la serio voy detallando ejemplos concretos y frecuentes. […]

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