Los vasos sanguíneos invisibles

Recientemente Jose Luis, autor del blog Ciencia Explicada, (blog que recomiendo y en el que he comentado alguna vez) ha escrito un artículo muy interesante sobre un tema que entra directamente en nuestro área de interés.

El tema principal de su post trata sobre si es posible ver algo tan diminuto como una bacteria que estuviera en la superficie del ojo. Después de hacer unos cálculos, concluye que sí, y además lanza un guante:

Si algún oftalmólogo o experto cree que lo que defiendo es absurdo, agradeceré conocer los argumentos, así que: ¡por favor comenta abajo!.

Así que no puedo resistir aceptar el desafío. Pero ese tema tendrá que esperar, porque me interesa utilizar unos cálculos sobre resolución de imagen que utilicé para el artículo sobre el Retina Display. Antes de acometer el tema principal, me centraré en dos detalles que comenta Jose Luis:
– Sobre la mancha ciega: ¿por qué no vemos dos agujeros negros? ¿Se inventa el cerebro lo que vemos?
– Los vasos sanguíneos que están en la retina, ¿por qué no los vemos?

Hoy hablaremos de esto último: los capilares, las pequeñas venas y arterias que hay en la retina.

Partimos del párrafo en Ciencia Explicada:

Pero aún más asombrosa que la capacidad de inventar, es la capacidad del cerebro de ocultar cosas. Como ya conté, la retina realmente mira hacia atrás, de forma que la luz tiene que atravesar el tejido de la retina y una maraña de arterias por donde continuamente fluye sangre que, en potencia, podríamos ver como una cortina que continuamente fluyese por delante de nuestra visión. Demos gracias al cerebro (empezando realmente por las neuronas de los nervios ópticos) por adaptarse desde que nacemos para ocultarnos esa imagen.

Y vamos a ir desengranando qué es lo que pasa en nuestra retina.

La adaptación

Efectivamente, nuestro sistema visual se «adapta» ese árbol vascular, y lo dejamos de ver.

Pero podemos hacer dos puntualizaciones:

  • No se trata de que el cerebro lo «borre». Tampoco son las neuronas de la retina. Serían más bien los fotorreceptores (conos y bastones), que no son neuronas. También hay adaptación cerebral y neuronal, pero para este caso concreto, la que prima más es la propia de los fotorrepectores.
  • Ese no es el motivo principal de que no veamos los vasos sanguíneos. Bajo esa premisa, cualquier elemento que se coloque de forma permanente por delante de una zona de la retina, con el tiempo lo «dejaríamos de ver» y se haría invisible. Y no es así. Por poner un ejemplo, hemorragias que se ponen delante de la mácula (la retina central) y permanecen ahí tiempo, producen una «mancha negra» en la visión, que no desaparece.

Primero: donde los podemos ver, no hay

Los vasos sanguíneos de la retina son pequeños. Los «grandes troncos» apenas abarcan 100-200 micras, y los capilares en torno a 10 micras. Por lo tanto, para que podamos darnos cuenta de que están, la retina tiene que tener suficiente densidad de receptores muy juntos que transmitan de forma individual. Es decir, una fibra nerviosa que corresponda a una zona de retina más pequeña que el vaso sanguíneo. La zona que mejor cumple ese requisito es el centro de la mácula, la fóvea. Aquí la densidad de fotorrecepores es máxima, y no podría pasar desapercibido un vaso sanguíneo. ¿Por qué no los vemos?. Porque no hay. La fóvea, y un poco por fuera de ella, carece de vasos sanguíneos.

Segundo: donde hay, no los podemos ver

Conforme nos alejamos de la fóvea, nuestra capacidad de discriminación espacial (poder ver detalles pequeños) va disminuyendo. Porque los fotorrepectores no están tan juntos, pero por otro detalle fundamental: los receptores ya no transmiten de forma individual. Si en la fóvea para cada receptor le corresponde una fibra nerviosa (y el cerebro puede interpretar como un punto aislado la información de un sólo receptor), en la periferia una fibra nerviosa abarca a varios fotorreceptores. Así, simplificando un poco, cuando un fotorreceptor de la periferia se estimula, la fibra nerviosa informa al cerebro que ha llegado un estímulo visual «por esa zona», pero no sabe a cuál de los receptores correspondientes a esa fibra. Tenemos «pixeles más grandes», grandes áreas de retina que transmiten en bloque, sin poder discriminar dentro de ella. Si pasa un vaso sanguíneo por encima no será visible, porque no hay zonas retinianas que transmitan de forma individual lo suficientemente pequeñas para que queden alojadas por debajo del vaso sanguíneo y ofrezcan una diferencia de iluminación con respecto a las zonas vecinas.

La zona intermedia

Hemos hablado de la fóvea, la zona de máxima resolución, sin vasos sanguíneos. Y también de la retina periférica, con pocas fibras nerviosas, grandes áreas retinianas transmitiendo en bloque e incapaces de discriminar un vaso sanguíneo. Pero no hay una separación abrupta entre la retina central y la periférica. La zona periférica de la mácula, lo que rodea a la fóvea, tiene todavía una buena capacidad de discriminación espacial y aquí existen ya unos pequeños vasos sanguíneos. Aquí sí que juega un papel importante el fenómeno de adaptación de los fotorreceptores que comentábamos al principio.
Y lo sabemos entre otras cosas por la existencia de un fenómeno visual curioso cuando pasa un leucocito por estos capilares (en la wikipedia inglesa lo explican).

Resumen

Como hemos visto, no es que nuestro cerebro se ocupe de forma muy específica de «borrar» la trama vascular, o «inventarse» las imágenes. La gran ilusión es que creemos tener una imagen continua y de buena calidad en nuestro campo visual, cuando realmente tenemos un área pequeña de buena visión y un campo visual periférico grosero y lleno de «agujeros», por decirlo así. Y con eso, el cerebro nos recrea un entorno tridimensional completo y dinámico.

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7 Comments

  1. Jose Luis
    11 julio, 2011

    ¡Muchas gracias por la respuesta!

    Como te dije también por el otro blog, he enlazado tu post allí para que los lectores puedan ampliar con tu explicación.

    Muy de acuerdo en que una «gran ilusión» es la no consciencia de tener sólo visión en alta resolución en un ángulo de unos pocos grados, pero yo añadiría al mismo nivel de «engaño» la visión ciclópea: algunas partes de la imagen ciclópea no son ni la del ojo izquierdo ni la del derecho, sino una MEZCLA de las dos, distorsionadas de formas que no me parecen triviales para nada!!

    Un saludo, y sigue así con tu blog!

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  2. […] Comentarios recientesOcularis » Los vasos sanguíneos invisibles en Retina DisplayOcularis en La falsa miopíaTrurl en La falsa miopíakaren macias en Instrumentos […]

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  3. Cass
    7 agosto, 2011

    Los capilares se pueden ver cuando vas de noche y miras cerca de la luz de una farola en un determinado ángulo, o por lo menos yo siempre he podido.

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  4. Ted
    9 julio, 2012

    Interesante.Gracias.

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  5. oscar
    13 septiembre, 2012

    me he quedado más interesado en este tema de lo que nuestro organo visual observa, en muchas ocaciones como lo dije «no somos observativos en esto» pero hay mucho de que hablar sobre el tema porque si bien las personas que tenemos algunos problemas visuales debemos estar informadas para no esta pensando que esto es producto de la falla visual, claro en algunas ocaciones. nunca le he puesto atención en esto «Los capilares se pueden ver cuando vas de noche y miras cerca de la luz de una farola en un determinado ángulo.», caray nuestro sistema de coordenar todo (EL CEREBRO) sigue siendo muy complejo y pasaran muchas decadas para que conoscamos su funcionamiento bien, muchas gracias por su desarrollado tema, quedan muchas incognitas y pendientes por resolver. hasta pronto y mucha suerte en lo profesional.

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  6. […] En resumen: en mi opinión entra dentro de lo posible que un miope (o hipermétrope) pudiera ver una bacteria u otro objeto de tamaño similar sobre el ojo. No defiendo que sea lo normal, ni que todas esas “motitas” lo sean, pero quizás en algún caso aislado sí que sean objetos sobre el ojo, aunque se verían algo más pequeñas que las típicas “moscas volantes” esféricas. Si algún oftalmólogo o experto cree que lo que defiendo es absurdo, agradeceré conocer los argumentos, así que: ¡por favor comenta abajo! — update: Respuestas: 1 […]

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  7. […] En resumen: en mi opinión entra dentro de lo posible que un miope (o hipermétrope) pudiera ver una bacteria u otro objeto de tamaño similar sobre el ojo. No defiendo que sea lo normal, ni que todas esas “motitas” lo sean, pero quizás en algún caso aislado sí que sean objetos sobre el ojo, aunque se verían algo más pequeñas que las típicas “moscas volantes” esféricas. Si algún oftalmólogo o experto cree que lo que defiendo es absurdo, agradeceré conocer los argumentos, así que: ¡por favor comenta abajo! — update: Respuestas: 1 […]

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