Pregunta Trivial XLVIII

La pregunta de septiembre, en la que han participado 87 personas, decía así:

¿Qué no varía con el cambio de luminosidad?
a) El tamaño pupilar (7%, 6 Votos)
b) El metabolismo de conos y bastones (7%, 6 Votos)
c) El pigmento del iris (64%, 56 Votos)
d) La transmisión del nervio óptico (14%, 12 Votos)
e) La sensibilidad al contraste (8%, 7 Votos)

Efectivamente, la mayoría de los participantes han ido bien encaminados. Y me alegro que en general la gente ha demostrado tener estas ideas claras, porque es una de las leyendas urbanas que persisten hoy en día. La cantidad de pigmento en el iris está determinado genéticamente, y no se ve influido por la exposición solar. Ni a corto plazo (nos ponemos «morenos» en verano, pero nuestro ojo no se oscurece con las horas de sol), ni a largo plazo: evitar que a un bebé le dé el sol no hace que se le oscurezcan menos los ojos. Esta creencia se une al deseo de algunos padres de que sus hijos tengan los ojos claros, lo que puede llevar a conductas poco racionales (para mí los ojos marrones son muy bonitos, pero eso es cuestión de gustos). Es decir, la opción «c» es la correcta.

Repasando las otras opciones, se resumen aquí algunos elementos principales de cómo se adapta el ojo humano a los cambios de iluminación. El mecanismo quizás más obvio es el cambio del tamaño pupilar (respuesta «a»). En este post explico las rutas nerviosas de los reflejos que abren y cierran la pupila. Efectivamente, la pupila se abre o se cierra para regular la luz que entra en el ojo.

Por otra parte, aunque no es tan conocido, hay otro gran mecanismo en el cual se adapta a la luz y a la oscuridad. Se explica, no en cambios anatómicos fácilmente visibles y comprensibles (como la pupila, algo muy intuitivo de entender), sino en cambios moleculares en las células de la retina que transforman la luz visible en información biológica: los fotorreceptores (respuesta «b»). En este artículo explicamos el concepto, y lo relacionamos con sus consecuencias funcionales: al adaptarse los fotorreceptores a la oscuridad, aumentan sus sensibilidad. Lo cual nos permite ver cosas débilmente iluminadas que no veríamos sin esta adaptación, pero por otra parte tenemos más peligro de deslumbramiento. Esto tiene que ver también con la sensibilidad al contraste (respuesta «e»). Mejorar la sensibilidad al contraste (la capacidad de discernir un objeto sobre un fondo similar en color e iluminación) es otra de las ventajas de la adaptación de los fotorreceptores a la oscuridad, pero eso nos predispone a deslumbrarnos si el estímulo de luz que recibimos es demasiado intenso.

¿Cómo los fotorreceptores son capaces de «ver más», de mejorar su umbral de percepción?. En este artículo hablábamos de que los fotorreceptores utilizan unas moléculas llamadas opsinas para «capturar» los fotones que atraviesan la célula. Cuantas más moléculas de esta opsina tenga el fotorreceptor, más probabilidades haya de que un fotón interactúe. Con lo cual, cuanta mayor cantidad de opsina, más bajo es el umbral de percepción. En este otro artículo, en donde hablo de los receptores, a cuento de un comentario me metí un poco más en profundidad hablando sobre la adaptación a la oscuridad. Rescato un párrafo del comentario:

[…] Lo que sí que se produce con los ojos cerrados es una mayor concentración de pigmentos visuales, principalmente rodopsina. Es lo que se llama adaptación prolongada a la oscuridad. A partir de las 2-3 horas de falta de estímulo visual se va incrementando significativamente la concentración de rodopsina, de forma que la retina se vuelve más sensible a la luz. Pero la adaptación completa finaliza a los 2-3 días de oscuridad completa. Por lo tanto, cuanto menos luz hay, los receptores se adaptan a la escasez aumentando su sensibilidad.

Por último, la opción «d» nos habla de la transmisión del nervio óptico. El nervio óptico se compone principalmente de fibras nerviosas (que llevan la información visual desde el ojo hasta el cerebro) y tejido de sostén (células que alimentan y mantienen las fibras nerviosas, además de aportar velocidad a la transmisión nerviosa * ). Estas fibras nerviosas apenas trasmiten cuando tenemos los ojos cerrados o estamos a oscuras, porque no hay información visual que llevar al cerebro. Cuando hay luz sí que transiten información. Evidentemente, con la luz se modifica la transmisión del nervio óptico, de la misma manera que el sonido produce transmisión en el nervio acústico, la presión y la vibración  en la piel produce transmisión en los nervios sensitivos periféricos, y así con todos los sentidos. Esta es la base de una prueba complementaria relativamente común en la práctica diaria en oftalmología: los potenciales evocados visuales. Mediante unos electrodos en el cráneo y cerca del ojo se registran las ondas de transmisión del nervio óptico. Se somete al ojo a diferentes estímulos visuales, y se registran estas ondas.

Ya está actualizado el ranking y tenemos disponible la pregunta de octubre, así que ¡a jugar!

 

(*) Va un punto trivial para el primero que conteste cuál es la principal molécula que hay en las células que rodean los axones del nervio óptico y mejoran la transmisión nerviosa.

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2 Comments

  1. raquel
    15 octubre, 2013

    Es la mielina?

    Responder
    1. Ocularis
      18 octubre, 2013

      ¡Correcto!. La mielina.

      Felicidades, Raquel.

      Responder

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