Érase una vez el sistema visual: 3 – La calma que precede a la tormenta

Sala de control

La calma que precede a la tormenta

Seguimos con este relato corto. Aquí tienes los capítulos anteriores:

1 – Las últimas prácticas

2- La entrevista

Sala de control

 

Mientras caminaban por los largos pasillos a través de la sustancia blanca, en dirección al centro oculomotor cortical, intercambiaron pocas palabras. Ray estaba un poco nerviosa, y en esas circunstancias no le salía mantener una conversación intrascendente con alguien que todavía era un desconocido.

Lo de ponerse nerviosa el primer día de una rotación de prácticas le pasaba siempre, no importaba que ya fuera una veterana de último curso. Se trataba de una característica de su personalidad, y no era preocupante. Sabía que en cuanto entraran en la sala y comenzara a empaparse del ambiente de trabajo, se le pasarían los nervios.

De alguna manera, Den parecía haber intuido que Ray no quería hablar, y respetaba su silencio. Otro tutor habría intentado rellenar el silencio porque se hubiera sentido sentido incómodo. Con palabras condescendientes intentaría tranquilizar a la estudiante, y ese paternalismo le hubiera molestado a Ray. Sin embargo Den no se esforzaba en mantener una conversación a toda costa. Al salir de la zona docente se había interesado por ella, y tras unas frases de cortesía había captado el humor de Ray. De vez en cuando la miraba de soslayo, como para asegurarse de que ella estaba bien.

Finalmente, llegaron al final de un pasillo que acababa en unas grandes puertas de doble hoja. Tras un instante, Den se adelantó un paso y cogió el pomo de la puerta con la mano. Se volvió a Ray y le preguntó: “¿preparada?”. Ella inspiro profundamente para controlar un temblor súbito que le subía por las piernas, y asintió con la cabeza. Su tutor abrió la puerta y entraron.

La sala era grande, muy grande. Lo primero que le llamó a Ray la atención era la altura, quizás era dos o tres veces más alta que las salas de control normales. Estaban entrando por un acceso lateral, solo uno de varios que tenía la gran estancia. Podía ver varias puertas similares en la pared de enfrente. Largas hileras de mesas ocupaban la mayor parte del espacio, pero sin abarrotarlo. Todo el recinto estaba bien iluminado y ventilado. Como era habitual, las mesas de trabajo estaban ocupadas por pantallas, teclados y sillas. Y por supuesto, con un nutrido grupo de analistas neuronales que trabajaban delante de estos puestos. Se fijó en sus rostros: según los rumores, allí no entraba cualquier analista: solo seleccionan lo mejor.

Las hileras de puestos de trabajo se agrupaban sin un orden evidente a los ojos de Ray. Aparte de los pasillos laterales había un pasillo central más ancho, por lo que sí podría haber una división en ala izquierda o ala derecha. Dentro de cada sección, habían grupos de mesas de tamaños diferentes. La orientación de las mesas siempre era la misma: todos los analistas estaban orientados hacia lo que sería la pared que ellos tenían enfrente. Solo con que levantaran la cabeza de sus pantallas de ordenador, los trabajadores podían mirar lo que tenían en ese gran muro, que estaba ocupado por inmensas pantallas de proyección.

Después de echar un vistazo rápido a las mesas de trabajo, esas pantallas de proyección captaron la atención de Ray. En ellas podía verse un escenario con elementos y formas coloreadas, que identificó rápidamente como una reconstrucción a medio procesar de la información visual que llegaba de la corteza occipital. Es decir, ahí estaba la imagen del exterior, lo que estaba delante de los globos oculares del organismo. Aunque como la información estaba a medio procesar, no se veían con claridad las siluetas y los contornos. Sobre esta imagen se veían círculos que enmarcaban elementos visuales, líneas y flechas que unían los diferentes detalles, y luego números y fórmulas cambiantes sobre los objetos, los círculos y las líneas. Esos elementos tenían diferentes colores, e iban cambiando, desapareciendo unos y sustituyéndose por otros a cierta velocidad. También había flechas de diferentes colores, unas más gruesas y brillantes. Esas flechas también se integraban y parecían apuntar a elementos de la información visual, y otras flechas se encontraban a los lados o en la parte inferior de las pantallas.

Círculos, flechas y fórmulas se iban añadiendo a tiempo real y Ray adivinó que eran el resultado de los cálculos que estaban haciendo los analistas. Así el trabajo de cada grupo se proyectaba en las grandes pantallas comunes, relacionándolo a su vez con la información de la corteza visual. Ray estaba impresionada: se trataba de una solución elegante y muy eficiente para poner en común los trabajos de los diferentes equipos de analistas. Aunque se intuía muy complejo: de un primer vistazo no había conseguido descifrar prácticamente nada de lo que ahí se estaba trabajando.

Den interrumpió los pensamientos de su estudiante cuando ésta intentaba descifrar algunas de las fórmulas que se proyectaban en las pantallas gigantes, indicándole que la siguiera por el pasillo lateral. Se dirigieron a la parte opuesta a la que se encontraban las pantallas, al fondo de la habitación, que estaba a las espaldas de los analistas. Conforme avanzaban, Ray vio que dejaban atrás una gran mesa, que se encontraba en el centro de la sala. Partía el pasillo central en dos, era redonda y no tenía ningún ordenador encima. De hecho no había nada en su superficie. Tampoco había sillas alrededor y no había ningún analista cerca. Su superficie era de cristal negro.

  • ¿Qué es eso? – preguntó Ray.
  • Es la mesa de proyección – contestó Den -. Ahora está apagada. Sólo se utiliza cuando la complejidad del trabajo lo requiere. – recorrió la sala con la mirada unos instantes antes de continuar – La cosa parece tranquila por el momento. Con las pantallas de pared basta por ahora. Quizás tengas suerte más adelante y la enciendan – Den se volvió de nuevo hacia la parte trasera del recinto -. Ven, te quiero presentar a alguien.

Ray le siguió.Curiosamente, la sala no era rectangular como podía parecer al principio. En la zona del fondo, hacia donde se dirigían, ocurría que las paredes laterales se aproximaban hasta acabar en una especie de concha. Un par de escaleras dejaban esta zona más elevada, y justo al fondo había un gran sillón ocupado por un hombre de complexión grande. Aquél no era un puesto de analista normal. No tenía mesa ni pantalla delante. El sillón tenía un pequeño panel de botones al final brazo derecho del sillón. En el brazo izquierdo del sillón había un teléfono. Con la curiosa forma de la sala, que parecía un embudo o una lágrima, y desde su posición algo elevada, el que estaba sentado en ese sillón tenía una visión global de toda la estancia. Gracias a que la habitación era tan alta y las pantallas de la pared de enfrente eran tan grandes, desde esta parte del fondo se podían ver fácilmente todos los datos numéricos y fórmulas proyectados, a la vez que se podía supervisar el trabajo de los analistas.

Ray ya había adivinado que aquél analista era el jefe de departamento antes de que su tutor se lo presentara.

  • Me alegro de verte de nuevo, Den – La sonrisa del hombre parecía sincera -. ¿Vienes para reincorporarte de nuevo?. Sabes que siempre las puertas siempre están abiertas para ti. Al puesto que quieras.

Sin duda el jefe sabía que no era así, porque viniendo con una estudiante (la tarjeta que llevaba Ray colgada del cuello no dejaba ninguna duda) era evidente que Den venía en calidad de docente. Pero quedaba claro que Den había estado trabajando en este departamento y que se había ganado el aprecio del jefe. Y que debía ser un analista de talento, porque por mucho que se llevara bien con el jefe de departamento, una incorporación inmediata a un sitio tan solicitado solo podía estar disponible para gente muy capaz. A no ser que fuera algún tipo de broma, claro. Ray no podía estar segura.

  • Hola, Flin, yo también me alegro de verte – después de darse la mano, Den se volvió para mirar el departamento desde esa posición privilegiada -. Parece que no hay mucho cambio por aquí.
  • Nada nuevo desde la última vez. Todo tranquilo.
  • Te presento a mi nueva estudiante, Ray. Ha elegido una rotación larga por aquí, así que estará con nosotros una temporada.
  • Encantada de conocerte, Ray – la voz profunda y sincera de Flin la agradó -. Me llamo Flin y estoy de jefe de departamento hasta que alguien me deje jubilarme – se estiró en el asiento mientras suspiraba pesadamente -. Yo ya me estoy haciendo mayor para esto, este trabajo es para gente joven como tú.
  • Bueno, todavía no he acabado la carrera – contestó ella -, pero estoy muy ilusionada por aprender todo lo que hacéis aquí.
  • No me cabe duda de que aprenderás con rapidez – replico Flin -. Si te ha seleccionado Den para una rotación larga, debes tener mucho talento.
  • No la presiones tan pronto, Flin – intervino Den sonriendo -. Hoy es su primer día.
  • Tienes razón, como siempre – concedió Flin -. No os entretengo pues. Pasearos con libertad por todo el departamento, ahora estamos muy tranquilos.
  • La mirada experta de Den dio un vistazo rápido por las pantallas.
    Ya veo … – musitó el tutor -. Movimiento lento de imagen fija, estabilizando los mínimos movimientos de cabeceo. Proyectando un sacádico a campo perdido sin plazo temporal. Ahora el equipo no está sobrecargado
    Ray no había entendido bien el significado del análisis. Tomó nota mental para poder preguntar cuando se diera la oportunidad. Flin contestó con una carcajada corta.
  • Den, no pierdes facultades aunque estés una temporada fuera – contestó el jefe -. ¿Cuándo vas a dejar que me jubile?.
  • Hasta luego, Den – se despidió mientras se alejaba. Ray siguió a su tutor. Estaba confusa con la conversación. ¿Eran bromas privadas entre Flin y Den o realmente su tutor estaba en disposición de asumir la jefatura de departamento?. Se obligó a apartar de su mente esas cuestiones que no la concernían para concentrarse en su aprendizaje.

Tutor y alumna bajaron las escaleras y contemplaron unos segundos la gran sala de control de la motilidad ocular. Den comenzó a explicarle.

  • Toda el ala izquierda corresponde con las aferencias sensoriales. Allí se recoge y analiza toda la información que llega a este centro y que se necesitará para diseñar los movimientos oculares. El grupo más grande de esta parte, donde hay más puestos de trabajo, corresponde a la información visual. Eso ya lo habrás adivinado. Realizan los cálculos correspondientes para que los movimientos oculares modelados en el ala derecha sean totalmente exactos – mientras Ray absorbía las explicaciones, miraba la imagen de las pantallas, la reconstrucción visual del mundo exterior.
  • A esta imagen le falta calidad y detalle – replicó ella -. Las siluetas están borrosas, apenas reconocibles. Y los colores apenas están procesados.
  • Así es – concedió Den -. Si has estado en la corteza visual secundaria y terciaria has sido testigo del procesamiento completo de la imagen, incluidas las informaciones de las siluetas y los perfiles. Lo que pasa es que ese procesamiento lleva un tiempo, al igual que la elaboración completa de la información cromática. Nitidez y color son las cualidades que se integran más tarde en la imagen. Si esperaremos a tener una imagen tan completa para poder actuar, perderíamos unos valiosos milisegundos, un lujo que no podemos permitirnos. Por otra parte, esa información es para nosotros irrelevante.
  • Pero, sin una imagen nítida, ¿cómo vais a poder realizar cálculos exactos?
  • La imagen que recibimos en las etapas precoces del procesamiento de la visión es fiable y certera para lo que nosotros necesitamos. No requerimos una imagen con contornos totalmente nítidos para trabajar, siempre que la posición y la velocidad sean exactas. Por suerte, la posición y la velocidad llegan muy pronto al córtex visual y se procesan rápidamente. En cuanto tienen una integración de esa información, nos la mandan a nosotros y ellos en paralelo siguen trabajando para conseguir una imagen buena para que la memoria y el consciente tengan con lo que trabajar.
  • Posición y velocidad …
  • Así es, Ray, para nosotros eso lo es todo.

Los dos pasearon por el pasillo central. El ambiente era de trabajo distendido. Había algunos analistas que estaban haciendo cálculos sobre sus ordenadores, no parecían especialmente estresados. Otros estaban levantados y hablaban en voz baja, en pequeños corrillos. Parecía que lo que se estuvieran trabajando en ese momento no requería la atención de todo el personal.

  • ¿Qué es lo que se está haciendo en la parte de eferencias? – Ray señaló al ala derecha de la sala. Evidentemente, el resto de equipos se dedicaban a diseñar las señales que saldrían hacia el resto de centros motores oculares. Las eferencias motoras.
  • Se han dividido en dos grupos, uno para el movimiento actual y otro grupo está diseñando un movimiento ocular para más adelante.

Ella miró fijamente las pantallas murales para intentar adivinar cuál es el movimiento que se estaba realizando actualmente. Aparecía un círculo de color blanco en el centro de la imagen, que intuía que era el área de fijación. Todo movimiento ocular consistía en desplazar los ojos de manera que el estímulo visual que queremos “ver” quedara en el centro del campo visual, el área de mayor resolución de imagen, donde “fijamos” la mirada para poder sacar los detalles. Como el punto de referencia era la propia información que llegaba de los ojos, el centro del campo visual siempre estaba en el centro de la imagen procesada de las pantallas. Siguiendo esta lógica, lo que queremos ver debemos colocarlo dentro del círculo blanco que representa el centro del campo de visión. Y la finalidad de los movimientos oculares es desplazar la imagen hasta que lo que nos interesa ver queda en el centro.

Si actualmente se estaba gestionando un movimiento, debería haber un elemento visual fuera del círculo hacia donde queremos mover los globos oculares. Ray estaba buscando un símbolo por la zona periférica de la imagen que representara el estímulo visual que queremos “capturar” con la mirada. Algún cuadrado, un círculo de otro color, quizás unas flechas, … pero no encontraba nada. Había fórmulas y algunas flechas cerca del círculo central, pero nada que indicara el movimiento ocular que se estaba elaborando.

  • ¿Dónde está el objetivo?. Debería estar representado en las pantallas, ¿no?. Los ordenadores deberían mostrar ya una representación de dónde va a proyectarse la fijación.
  • Efectivamente. Ahora está representado con un aspa de color verde.

Ray le costó unos instantes encontrar el aspa. No porque fuera demasiado pequeña y se le había pasado, sino porque estaba donde no la estaba buscando. El aspa verde se encontraba exactamente en el círculo de fijación.

  • Pero … el objetivo ya está en el punto de fijación, ¿no? – no podía ocultar su preplejidad -. Por lo tanto no hay que realizar ningún movimiento.
  • Sí a lo primero, no a lo segundo – Den dejó unos instantes para que Ray rumiara lo que para ella todavía era una paradoja – ¿Recuerdas qué dos tipos principales de movimientos diseñamos aquí?
  • Claro: los movimientos sacádicos o rápidos, por una parte, y por otra los movimientos lentos o de seguimiento.
  • Muy bien. Pues lo que estás viendo ahora es un movimiento lento. Tiene como característica que no interrumpe la señal visual, es lo suficientemente lento, constante y uniforme para no deteriorar la calidad de la imagen percibida.
  • Pero no veo movimiento – Ray tenía la mirada fija en la pantalla gigante, y estaba muy claro: el aspa verde estaba justo en el centro del círculo -. No hay que mover nada para fijar el objetivo.
  • Para fijar un estímulo que está fuera del centro de fijación se realiza un movimiento sacádico. Da igual que esté cerca o lejos, siempre es un movimiento rápido que por fuerza interrumpe la visión. Por lo tanto, cuando veas el aspa fuera del círculo, significa que se avecina un movimiento sacádico inmediato. Por ciento, el aspa no siempre es de color verde, pero siempre simboliza el salto proyectado del sacádico. Por otra parte, los movimientos de seguimiento son los que sirven para “seguir” a un estímulo que tenemos “capturado”. Se acompasa el movimiento del ojo con el movimiento del objeto, de tal forma que aunque el objeto se vaya deplazando por delante nuestro, los ojos se van moviendo a la par para que su imagen se siga proyectando en el centro. Por eso se denominan movimientos de seguimiento. Moverse para que todo quede como esté.
  • Claro … – Ahora Ray lo entendía. Ahora se daba cuenta que cuando lo estudió en la asignatura correspondiente no lo comprendió bien. Ahora, con las pantallas delante y tal como se lo explicaba Den, estaba todo muy claro -. Los movimientos lentos mantienen la fijación, por lo que obligatoriamente debe haber una fijación previa. No podemos seguir algo que previamente no hemos capturado en el centro de fijación. – Ahora todo era evidente. Y le daba un poco de vergüenza por no haberlo sabido: ¿qué pensaría de ella?. Se obligó dejar de pensar en esas cosas, así que replicó – ¿Se puede ver alguna representación del movimiento lento en la pantalla?.
  • Mira – Den señaló con el dedo unas flechas acompañadas de unos números que se veían en la parte de abajo -. Ahí en amarillo están representados los vectores de movimiento de la cabeza. Antes te había comentado que en el ala de aferencias la mayor parte de los analistas trabajan con la información visual. Pero no todos: hay un pequeño equipo que recibe y procesa la información que viene de los músculos del cuello y del oído interno: nos informan de cómo se desplaza la cabeza en lo tres ejes del espacio. Si los ojos no hicieran ningún movimiento de corrección, la imagen vería “arrastrada” a la par que la cabeza, tendríamos constantemente la imagen “movida”, de muy mala calidad. Fíjate: junto a las vectores amarillos hay otros de color morado, que son los movimientos oculares. Date cuenta que tienen la misma dirección pero sentidos opuestos. Así compensamos los desplazamientos y el resultado es que la imagen está fija, no se mueve.
  • ¿Los vectores morados, representan los movimientos que están diseñando actualmente los analistas? – Ray volvió la mirada a la zona de eferencias.
  • La mayor parte del movimiento, no. Se tratan de movimientos reflejos. Concretamente el reflejo oculocefálico. Cuando cabeza se vuelve a la derecha, los ojos se vuelven a la izquierda, y así con el resto de movimientos. Este reflejo está muy bien calibrado, lo realizan unos circuitos de bajo nivel, por lo que no consumen tiempo y cálculos aquí. Nosotros nos limitamos a hacer pequeños ajustes en el caso de que el movimiento reflejo no compense exactamente el giro de cabeza. En estas ocasiones, estos movimientos lentos apenas consumen esfuerzo porque el trabajo ya nos lo están haciendo. Así la mayoría de los analistas de eferencias pueden ir proyectando tranquilamente un movimiento futuro.
  • Entonces, ¿hay otros movimientos lentos que sí necesitan de más trabajo?
  • Sí. Ahora estamos haciendo un movimiento de seguimiento de toda la imagen. Aunque utilizamos un punto de fijación que nos sirve para hacer los ajustes, realmente no hay un objeto moviéndose delante de los ojos. Es la cabeza la que se mueve, y como resultado parece que es toda la imagen la que se desplaza delante nuestro. Como este desplazamiento es debido al giro de cabeza, el reflejo oculocefálico hace la mayor parte del trabajo. Sin embargo, si hay un objeto móvil que se desplaza realmente por delante de nuestros ojos, la cosa cambia. Previamente tenemos que haberlo “capturado” con un movimiento sacádico. Una vez está en el centro de nuestro campo visual, y si no se desplaza muy rápido, somos capaces de seguirlo mediante movimientos lentos. Pero aquí el movimiento del objeto no tiene ninguna relación con el giro de la cabeza, así que lo tenemos que calcular todo nosotros, y a partir de la información visual. Tenemos que estimar la velocidad del objeto, su aceleración, y dónde va a estar el instante siguiente donde nosotros estamos moviendo los ojos.
  • Has dicho que eso no lo podemos hacer cuando el objeto se mueve rápido.
  • Así es, a veces la velocidad es tal que no podemos hacer el cálculo “a tiempo real”, por decirlo así. Entonces cambiamos de estrategia y recurrimos a pequeños movimientos sacádicos para seguirlo. Eso sólo si no hay más remedio.
  • ¿Es preferible un movimiento lento de seguimiento? ¿Por qué?
  • Para mantener un flujo continuo de imagen. Con el movimiento lento la corteza visual está continuamente transmitiendo al consciente. Con los movimientos sacádicos, el flujo visual se interrumpe.
  • Vaya … es impresionante – poco a poco, esa maraña de flechas y números comenzaban a tener cierto sentido -. Antes has dicho que están proyectando un movimiento futuro.
  • Así es. Hemos recibido un aviso del consciente de movimiento coordinado de cabeza y mirada a la derecha. Posiblemente haya algún estímulo auditivo que requiera la atención del organismo hacia esa dirección.
  • Ya veo … una planificación motora a futuro. ¿Dan plazos aproximados de tiempo de cuándo preven iniciar el movimiento?
  • Bueno, no es a futuro. Ya ha empezado hace un rato. El consciente nos ha mandado ya las órdenes directas tanto a nosotros como los grupos musculares del cuello.
  • ¿Y por qué no estamos haciendo nada?
  • Tenemos tiempo de sobra. Digamos que tenemos que dejar que el cuello se adelante. Si comenzamos ya a diseñar el sacádico, lo acabamos antes de que el cuello se comience a mover. Por lo que luego tendremos que hacer uno o dos sacádicos adicionales.
  • ¿Tan rápidos son los movimientos sacádicos?.
  • Los más rápidos. Solo hay otro movimiento que puede acercarse en velocidad.
  • No me lo digas … – Ray se estrujó la cabeza recordando su rotación en el centro motor somático -. La contración espasmódica de los grupos musculares de la cara frente a un estímulo doloroso.
  • Cerca, pero no. También participa el nervio facial. Es el parpadeo.
  • Es verdad, el parpadeo – Ray se maldijo por no acertar. Luego se dijo a sí misma: “¿Por qué te preocupas tanto?. Eres estudiante, y hoy es tu primer día. No esperan de ti que lo sepas todo, estás aquí para aprender. ¿Por qué te importa tanto quedar bien delante de Den?”. Nuevamente, se esforzó por apartar esos pensamientos y concentrarse en la docencia -. Entonces, ¿la idea es esperar a que comience el movimiento del cuello para lanzar desde aquí el movimiento sacádico?.
  • Les daremos más ventaja. El sacádico es un movimiento explosivo, brusco, pero el cuello no se mueve así. Cualquier músculo grande que depende de articulaciones o que realice traslaciones de importantes de peso, necesariamente empieza lentamente, luego se acelera, y al final frena lentamente. Sin embargo, los movimientos de los ojos no dependen de articulaciones ni realizamos traslación de un peso. Se trata de rotar el ojo, que gira sobre su eje. Es tan rápido que cuando debemos coordinarnos con movimientos del cuerpo, debemos actuar lo más tarde posible. En este caso, conforme comience a girar la cabeza iremos haciendo el mismo movimiento de compensación lento que estamos haciendo ahora. A la vez que la cabeza gira a la derecha, los ojos van girando a la izquierda para seguir mirando a lo que ahora tenemos enfrente. Cuando la situación sea difícil porque estamos en una posición de ojo muy extrema (en este caso, muy girados a la izquierda), lanzaremos el sacádico.
  • ¿Va a ser complejo calcular este movimiento sacádico?
  • Para nada. Es lo que llamamos un movimiento a campo perdido. No vamos a capturar un estímulo visual concreto, sino simplemente lanzar el ojo hacia esa zona, a ver qué nos encontramos. Apenas hay que calcular nada.

Mientras Den le daba las explicaciones en voz baja, estaban paseando por el pasillo lateral izquierdo, junto al equipo de las aferencias visuales. De repente, a pocos pasos, algo estaba pasando que les interrumpió. Un pequeño alboroto, en donde tres analistas estaban alzando la voz, hablando atropelladamente mientras señalaban algo en la pantalla de uno de los puestos. En seguida uno de los analistas se levantó y se dirigió precipitadamente hacia el fondo de la sala. Ray y Den se acercaron, curiosos. Los otros dos analistas se habían sentado en sus puestos y estaban tecleando a gran velocidad delante de sus pantallas. El tutor miró los datos de la pantalla que había quedado desocupada.

  • ¿Qué pasa? – Ray se había dejado contagiar por la impaciencia que estaba viendo y no podía esperar.
  • Esto es grande … – musitó Den, casi para sí mismo. Luego se volvió hacia su estudiante -. Tienes suerte, vas a ver trabajar de verdad a los analistas del centro oculomotor.

 

Comparte el artículo Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on Facebook
Facebook
Share on LinkedIn
Linkedin
Email this to someone
email

1 Comment

  1. […] 3 – La calma que precede a la tormenta […]

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *